Pablo Casillas

El Corrillo

Pablo Casillas


Política 3.0

16/02/2021

El gran problema de la denominada generación 3.0,  de los  niños que tienen ahora entre 5 y 12 años, es que viven encerrados en su mundo –mayormente el de los juegos tecnológicos–, que sólo  aceptan un sí por respuesta  y que lo que piden han de conseguirlo ya.
El Gobierno de España se ha instalado en la política del 3.0, y lo ha trasladado a una parte de la sociedad, digamos que a la mitad de la población, en términos de representación política.
En la vida las cosas no son tan simples. Ni se puede vivir encerrado cada cual en sí mismo, ni se pueden conseguir todas las cosas, y mucho menos ha de ser inmediatamente.
Y ello es así por la concluyente razón de que ante una conducta de esa naturaleza, existe una contraposición, puesto que si alguien consigue todo, el otro nada. Y si lo que quieres se logra inmediatamente y sin esfuerzo, no se valora. Y acto seguido estás pidiendo más.    
Por supuesto, si la sociedad se instala en que uno consigue todo y el otro nada, éste último hará todo lo habido y por haber en dar la vuelta a las cosas a la menor oportunidad, en los mismos términos.
Los gobernantes verdaderamente democráticos y responsables no piensan en implantar una política infantil del tipo de la generación del 3.0 porque con ella se quiebra la paz social y la sociedad no avanza, sino que está en constante retroceso. La acción-reacción es inevitable. 
La vida requiere de tiempos, y sobre todo de consensos, especialmente en materias de posicionamientos sociales y éticos.
Pero éste Gobierno no está dispuesto ni a lo uno ni a lo otro. 
Cuando Pedro Sánchez se instaló en el «NO ES NO» –del cual apenas se ha vuelto a hablar en los medios de comunicación, ni tampoco, por mimetismo, en los debates o tertulias–, muchos ciudadanos tuvimos claro que si llegaba a gobernar su política iba a ser la del «SI ES SI», para mí. Pero, a mayores, resulta que el SI ha de ser «YA».
Claro, esto conlleva, necesariamente, o bien a una situación de aquietamiento o bien de enfrentamiento, ante tan maximalistas posiciones. 
Si resulta que se ha permitido a un niño instalarse en una conducta  impositiva,  los demás no tienen más remedio que aceptarlo sin rechistar, o bien negárselo, en cuyo caso se genera conflicto. Lo correcto hubiera sido educarle a tiempo y no permitir la imposición. 
Una sociedad no puede verse sometida a la imposición de un Gobierno,  por más que tenga mayoría política. La legitimidad no es sinónimo de razón. 
Pedro Sánchez, su Gobierno, tiene un sesgo propio del infante de la generación del 3.0. No acepta un no, y lo que quiere ha de ser rápido y a su entera satisfacción. Muy pocos se le han plantado, bien porque no puedan o porque no quieran, fácilmente por esto último. Sin duda, es más fácil dejar hacer al niño lo que quiera que dedicar tiempo y esfuerzo a su educación y formación, aunque se sepa que esa forma de actuar no conduce a nada positivo. Cuanto más se ceda, peor va a ser. Isabel Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, y algún otros, pocos, supieron  ver que era necesario plantar cara al Presidente del Gobierno por el bien de sus ciudadanos, y ha acertado, porque siempre acierta quien se opone al tirano. 
Miren, el Estado de Alarma es el que nos ha querido imponer Pedro Sánchez, y los Gobiernos Autonómicos, salvo Madrid, lo han aceptado sin rechistar. La Ley de Sanidad, de Eutanasia, etc, etc, están resultando ser las que quiere Pedro Sánchez. La gestión de los Fondos que vengan de Europa, a capricho y voluntad de Pedro Sánchez. El control de Consejo del Poder Judicial, de la  Fiscalía, otro tanto de lo mismo. Podríamos seguir. 
Todo ello, por descontado, pronto –no sea que la sociedad reaccione–, y sin el necesario e ineludible tiempo para analizar los temas y poder alcanzar un consenso, previo el pertinente debate, escuchando a las Instituciones, especialistas y afectados, en cada una de las materias.
Se gobierna a voluntad y capricho de quien ostenta el Poder, pero en contra de la gente. 
Si preguntan a los psicólogos verán cómo les dicen que es totalmente contraproducente una forma de actuar en la que uno se quiere imponer al otro, porque el conflicto, el enfrentamiento, la ruptura, en definitiva,  termina siendo inevitable.  
Esa es la realidad de la política actual en España. 
Tenemos un Gobierno que se ha instalado en la política del 3.0, que se quiere imponer  a una inmensa mayoría de la población por la simple fuerza de la representación parlamentaria; que quiere conseguir las cosas ya y en contra de cuando menos la mitad de la población, y ello ha conducido  a una fractura y enfrentamiento que se ven palpables entre la ciudadanía, pudiendo derivar incluso en estallido social. 
Si se me permite el símil comparativo, y la gente de mi generación lo entenderá, Pedro Sánchez es como aquel niño del Barrio que tenía el balón y que quería imponer cómo y quiénes jugaban. Casi siempre se quedaba con las ganas, porque si no jugábamos al futbol lo hacíamos a pídola, aturgado, correa por detrás, a las películas, o lo que fuere.
Así debe hacer la Sociedad Española, en modo alguno debe aceptar que nos imponga lo que quiera Pedro Sánchez y su Gobierno, cual un trágala. Su  política del 3.0 no nos vale.