Pablo Casillas

El Corrillo

Pablo Casillas


¿Está Ávila en el siglo XXI?

15/03/2022

El calendario nos sitúa en este siglo, pero la realidad dice otra cosa.
Para analizar la cuestión, entiendo que resulta obligado hacer mención al siglo XI, que fue el de la repoblación y refundación de nuestra Ciudad. Celebrará la Ciudad, pues, mil años de esa efeméride en el siglo presente y ello es determinante para saber lo que hemos sido y lo que queremos ser en el futuro.
Gran parte de lo que es Avila en estos momentos se generó en el siglo XI, también en los siguientes, que fueron de continuidad y mejora. Avila, en aquellos siglos, estuvo en la vanguardia de España y del Mundo y la declaración de Ciudad Patrimonio de la Humanidad que tenemos se debe, sobre todo, a lo que hicieron nuestros antepasados. Sin embargo, hoy en día Avila no solo no se encuentra en la vanguardia, sino que estamos en retroceso.
Les contaré a continuación un detalle que avala lo que afirmo, acerca de que no estamos en el siglo XXI.
Sabemos todos que éste siglo es el de las nuevas tecnologías y de los servicios, como forma de mantener y aumentar la población. Pues bien, resulta que en Avila y sus Barrios no contamos con los sistemas tecnológicos y con los servicios imprescindibles a tales fines, y nuestro Ayuntamiento no está porque se puedan conseguir.
Hace dos semanas, el Grupo Municipal del PP planteó una moción para hacer llegar a todos los ciudadanos el sistema de fibra óptica. Y, pásmense, Por Avila y Ciudadanos votaron en contra. El PSOE se abstuvo, al parecer porque están esperando que sea el Gobierno el que dé solución al problema y así, sin duda, ponerse una medalla.
Hoy en día, sin contar con servicios básicos imprescindibles como son la fibra óptica y la canalización de gas en todas las casas, abocamos a los ciudadanos a tener que marcharse de la Ciudad y no diremos ya impedir que vengan nuevos residentes y empresas.
Resulta inconcebible que la Ciudad y sus Barrios tengan lagunas que son verdaderos agujeros negros y que el Ayuntamiento esté en otras cosas. Particularmente, el Alcalde está en ajustar cuentas con su antiguo partido, lo que, cree, también le sirve para justificar su inacción, a la par que cuestionada competencia. Mire, Sr. Sánchez Cabrera, desde mi punto de vista, mañana mismo debe salir Usted al balcón del Ayuntamiento y contarnos, de una sentada, todo aquello que han hecho mal las anteriores Corporaciones, por acción u omisión, que, sin duda,  parte de razón tendrá Usted, y lo conoce, porque estaba dentro del Organigrama del PP, siendo de razón y justicia que los ciudadanos recibamos de primera mano esa información. Pero una vez que nos lo explique, a continuación, sin dilación, pónganse a solucionar lo mal hecho (o lo no hecho), a la par que avancen en nuevos y necesarios proyectos.
Si preguntan a la ciudadanía, y me permito ser un pequeño altavoz, les dirán a nuestros representantes públicos que necesitamos de un buen y suficiente sistema de comunicación por tren y por carretera;  de infraestructuras que garanticen el suministro de agua; de instalaciones tecnológicas y suministros  en todos los edificios  que permitan su completo uso; de dotaciones culturales, sociales y deportivas, etc. Esto es, de servicios e instalaciones propios del siglo en el que vivimos que permitan que nuestras gentes puedan seguir en la Ciudad y que al mismo tiempo sirvan de aliciente para que otros muchos vengan a  instalarse.
Cómo se consigue todo ello. No es fácil, por descontado, pero sí se puede lograr. Lo primero es dejarnos de «banderías políticas»  en temas de interés común. 
Y aquí vuelvo a aquellos momentos de la repoblación de la Ciudad. Bien sabían nuestros antepasados que si no estaban unidos, si no daban cada uno todo lo que tenían, incluso sus propias vidas, estaban obligados a marcharse, a abandonar la Ciudad.
Para temas que nos conciernen a todos, como son, entre otros, los anteriormente citados, se hace imprescindible la participación y colaboración de la sociedad en su conjunto, dirigida y capitaneada por quienes ostenten los cargos en cada momento, siendo conscientes, además, de que no es algo que se pueda conseguir en poco tiempo y de una sola vez, y que no se ha de dar un paso atrás.
Por descontado que con la dinámica que llevamos nada de lo indicado se puede conseguir, lo que está empíricamente demostrado. Tenemos que cambiar Normas, usos y costumbres, forma de hacer y gestionar la política. Diré, por ejemplo, que hay que derogar ya mismo el Plan Especial del Casco Histórico, que no es que sea un corsé, sino que es la cuerda de la horca, que impide que la Ciudad pueda avanzar. Basta con pasear las calles para llegar, inequívocamente, a esa conclusión. Tenemos que apretar las tuercas a otras Instituciones –Gobierno de la Nación, Junta de Castilla y León–; también a las Empresas que prestan servicios, como son las suministradoras de telefonía y de electricidad. Y ello solo se puede hacer con cabeza y con unión, con solidaridad.  
Hemos consumido casi un cuarto del siglo XXI, y resulta que no hemos salido del  siglo XX, y si no ponemos remedio podemos volver  a las sombras del siglo XIX, lo que es en todo punto inaceptable. No podemos convertirnos solamente en un simple Parque Temático, lo que no quiere decir que debamos desaprovechar nuestro gran patrimonio como forma de crear riqueza. No podemos ser una Pompeya u otras históricas ciudades milenarias deshabitadas. 
Hemos de ser una Ciudad viva, acorde a los tiempos que nos toque vivir. Tenemos que hacer lo que esté en nuestras manos para que dentro de otros mil años los que habiten la Ciudad tengan reconocimiento hacía nosotros, que sería el mismo que mostramos la gente de bien hacía todas aquellas personas que nos han dejado tan rico patrimonio, que estamos no solo obligados a conservar, sino a mejorar.
Reitero, NO estamos en el siglo XXI, y hay que hacer todo lo que esté en nuestras manos para coger pronto ese «tren»,  con incluso el que se refiere a esa infraestructura.