José Ramón García Hernández

Con la misma temperatura

José Ramón García Hernández


La delgada línea roja

05/06/2022

Todos hicimos nuestra esta expresión con ocasión de la película de Malick de 1998. Con el fondo de insuperable belleza del agua, paisajes y personajes de la guerra en el pacífico durante la Segunda guerra mundial, nos adentraba al ritmo que este genio consigue en sus singulares películas, de que la catástrofe esté en el decorado mientras que la acción y el drama son siempre de las personas, de todas y cada una de las personas que aparecen sobre ese escenario a veces insoportable. Así ocurre también en su última película de "La vida oculta" en la que la pequeñez de un granjero austriaco planta a todo un megalománo austríaco que llevó al mundo a la Guerra y al Holocausto. A los ojos del final de la película se ve sin la distorsión del espejo de la propaganda donde reside la grandeza.
Como seguro que conocen, la expresión viene de una épica hazaña bélica protagonizada en la Guerra de Crimea en 1854, donde un batallón de Highlanders escoceses vestidos con la casaca roja, estiran tanto su línea de combate para repeler el ataque de la caballería, que para el observador, siempre un imparcial periodista inglés, se convierte en "una delgada línea roja". 
Esto no es la primera vez que pasa en la historia, pero sí la primera vez que un "imparcial observador" lo cuenta en un medio de comunicación de masas, lo repite hasta el exceso, se empieza a hablar bien del mismo y se decide incorporar como santo y seña del Imperio. Eso es el proceso de construcción nacional británico, que pasa por hablar siempre bien de Inglaterra y de lo inglés. La expresión pasó a significar que unos pocos pueden conseguir mucho por el sacrificio, y eso es lo interesante de lo que les voy a proponer cuando muchas delgadas líneas rojas están siendo traspasadas en nuestro mundo contemporáneo.  Nosotros aquí, a veces, somos más de "más se perdió en Cuba y volvimos cantando" frase que escopetaba cualquier madre de los míticos ochenta ante cualquier desgracia personal irrelevante para la vida familiar aunque constituyera un mundo para el que la tenía que afrontar. Otra identidad nacional diferente, sin cronista ni propaganda o tal vez sí.
Los que llegan al final de mis artículos ya saben que mi credo particular pasa porque concedo mucha más heroicidad y valor moral a las decisiones de cada día, que a aquellas que vienen anunciadas por la fanfarria de "momento histórico". Hay gente que nunca práctica la generosidad sin esperar nada a cambio, que sólo llama a la puerta cuando se reparten regalos, que si no les alabas parece como si los ignorases, que se les olvidan los cumpleaños de los demás mientras esperan con impaciencia el propio. Estos cuando llega el momento, como es su primera vez, pues pasa como casi siempre en las primeras veces, que no aciertan. Si me permiten la chanza, en Ávila ponemos mucho interés en la primera vez porque no sabemos si es la última. Cuestión de carácter. Y aguantamos la presión porque en eso estamos curtidos. El bien, la lucha, el sacrificio, la justicia, la generosidad se deben practicar todos los días, para que precisamente para cuando llegue "el momento de la verdad" lo tutee como Kipling trataba al éxito y al fracaso, como necesarios compañeros de viaje. Esto sin moralina, como entrenamiento de gimnasio moral para las líneas rojas a las que no nos estamos apuntando mientras nos desdibujamos en muchos particulares quehaceres post-pandémicos. 
Y el final en forma de reflexión y pregunta ¿qué ocurre cuando traspasen nuestra delgada línea roja de defensa? ¿Cuándo en vez de ir con los sentidos despiertos y resueltos demos por supuesto que por vestir casaca roja de marca o sin ella, siempre ganamos, porque estamos en el lado correcto de la historia? ¿Qué arbitro o comentarista nos informará de que hemos perdido? ¿Quién que no haya peleado varias batallas humanas, sabrá que estamos derrotados sin habernos enterado de que estábamos en medio de una pelea? Por eso miren a los ojos de su compañero o compañera para que al menos identifiquemos en que línea estamos formando.