Roberto Serna

El líder que hay en ti

Roberto Serna


Aún con vida, aún con ganas

12/01/2022

Cuando se ha perdido todo, hasta las ganas de salir adelante, es probable pensar que algo nos retiene y nos da fuerzas de alguna parte. Algo que podemos no entender al principio. Ese algo es la fe.
Fe es toda creencia, credo o convicción en que de alguna manera algo va a salir bien, algo abrirá el camino para que todo lo demás empiece a funcionar cuando nos vemos prácticamente rotos. La fe hace de algunos individuos capaces de salir de un mundo que ellos no han elegido para así reconstruir lo que un día perdieron.
Creo con firmeza y como dijo Nietzsche que «todo lo que no me destruye me hace más fuerte». Se trata de una creencia que todos deberíamos albergar en los momentos de mayor dificultad, pero no entendida como la posibilidad de volvernos indestructibles ante los acontecimientos futuros, sino como una seguridad interior de que pase lo que pase estaremos preparados para resolverlo, y así darle a nuestros días un nueva oportunidad de esperanza y confianza personal.
    Quienes aún permanecían con vida en Awschwitz y Dachau junto al psiquiatra Viktor Frankl tenían razones que en nuestros días sobrepasarían el dolor de una población entera. Fueron humillados, agredidos, torturados y privados de su libertad hasta ser entregados a la muerte, y con esas condiciones y manteniendo sus «huesos sanos» como decían, mantenían el aliento puesto en lo que podrían recuperar: la salud, la fortuna material, una familia que formar, una esposa a la que encontrar.
El dolor que a veces soportamos es un abrigo demasiado caro porque en las etapas más débiles de nuestras vidas nos sentimos embargados por una pobreza desmedida. Esa pobreza provoca dos reacciones diferentes: sumirse en ella y aceptarla como condición universal o no darse por vencido hasta hallar una respuesta que nos saque de donde estamos. En palabras de Martin P. Seligman: «Puedes tener el talento de Mozart, pero si no te crees capaz de componer música, entonces nunca podrás llegar a nada». Podemos estar más o menos decaídos, más o menos solos, más o menos heridos, pero la creencia en que hallaremos la solución no puede faltar nunca.
Con el fin de poner algo de soporte al triunfo que se esconde bajo capas de desafíos, siempre cabe la posibilidad de hallar consuelo contemplando las cosas que conseguimos años atrás y que somos capaces de conseguir en esta etapa, aunque no sea la más alegre y feliz que hayamos vivido. Este recuerdo de vernos controlando algo ejerce sobre las cosas un juicio mucho más positivo que cuando nos dejamos llevar por la marea de pensamientos negativos a veces incesantes. Trata de controlar algo ahora y recompénsate de inmediato por ello. Al hacerlo tendrás más fe en que lo siguiente te saldrá bien también. Esa es la idea.
Me gustaría acabar con estas palabras a fin de recordar algo que nos dé calor en los días más fríos: La fe endulza el camino hacia nuestras más bellas vivencias, mitiga nuestras dificultades para que el progreso y fortaleza sean restaurados. Es amiga en las horas más tenebrosas. Es capaz de transformar el desaliento en determinación. La fe es el abrigo del que nunca nadie debe despojarse.
Recuerda que en la vida puedes enfocarte en lo que va bien y seguir, o en lo que va mal y pararte, y esa es una cuestión que no podemos dejar a un lado.

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