José Ramón García Hernández

Con la misma temperatura

José Ramón García Hernández


El reloj de arena

24/01/2021

Me cuenta mi hermano Jorge una anécdota de las que sientan categoría. En esta época del COVID nos guste más o menos, algunas conversaciones se vuelven relevantes. Y nosotros que nunca habíamos pensado tener una plática sobre el modo en que queríamos o pretendemos ser enterrados porque a lo mejor con tantas restricciones hasta eso se vuelve inviable, imposible o prohibido (vaya usted a saber), nos debatíamos entre todo los que nos toca y sobre todo lo habíamos planeado y que ahora se vuelve relativo. El fin de la vida vuelve a aparecer en las conversaciones. Los que pasan el virus, los que todavía pelean contra él, quienes lo vencen con tanta ayuda y todo lo que nos queda. 
Con toda la gracia que la naturaleza ha otorgado a un medio vasco y medio mejicano me contó la anécdota del reloj de arena, que en el fondo es la repercusión de nuestras vidas en la vida de los demás y en lo que empleamos nuestro tiempo.
Me empieza a confesar que dos amigos mejicanos sostienen la misma prédica que acabábamos de entretener nosotros y que uno le dice al otro:«no mames, a ti hay que incinerarte»;a lo que el otro responde preguntando por la moda, o porque es más cómodo, o porque es más rápido, o cuál es la razón para que se lo proponga así. «Porque te quiero meter las cenizas en un reloj de arena». El amigo casi en las lágrimas de desconcierto le responde emocionado «para poder recordarme, como el paso del tiempo». El amigo no puede aguantarse y por menos le espeta:«No, es para darte la vuelta y que finalmente hagas algo en la vida». Lo bello, lo útil, a veces convive a la fuerza con la dura realidad.
Y esta anécdota convive con algo también profundo y en plan de sorna simpática que circula desde ayer por los whatsapps. Recoge literalmente:«menos mal que existió una generación que sí quiso estudiar y sacrificarse y por eso tenemos médicos, epidemiólogos, enfermeros entre otros. ¿Se imaginan una pandemia dentro de unos años sólo con Youtubers, influencers, TikTokers y regetoneros?» Aunque lleva mucho de chascarrillo y reproduzco literalmente lo que algunos han recibido para no faltar a nadie, porque no es deseable que todos seamos una u otra cosa, para eso está la libertad. Y además tan necesario pueden ser unos como otros, sin embargo sí lleva implícito el mensaje la necesidad de no descuidar lo esencial, la necesidad de que el sacrificio, la entrega callada, las carreras largas y no las precoces tan jaleadas por todos los nuevos medios sociales, sigan existiendo. Se que en la pandemia muchos jóvenes ante este ejemplo han despertado una vocación que es larga, dura, costosa y que me recuerda a los dos españoles que conocí en el aeropuerto de Frankfurt el otro miércoles y que siguiendo esta entrega se habían ido a Lituania, ni más ni menos, a estudiar medicina porque la nota no les llegaba para estudiarla en España. Los artesanos del tiempo tienen que seguir existiendo y para ello lo fundamental es el reconocimiento. Como el que se está dando ahora merecidamente a tantos sanitarios, a tantos hombres y mujeres que trabajan en lo público y en lo privado dedicándose a los demás. No sólo sanitarios, ciudadanos que pasan por académicas como los policías o militares. Dedicar tu vida cada uno en su pequeño o gran puesto para que todo esto pueda pasar de la mejor manera a los que nos sucedan en este gran país que llamamos España.  Para sanar esa falta de tiempo y que al resto al final no les de por pensar en nosotros como futuros y amigables relojes de arena, aunque alguno mejoraríamos mucho.