José Ramón García Hernández

Con la misma temperatura

José Ramón García Hernández


Historias personales... batallas olvidadas

09/04/2023

Hoy es día de victoria y así lo celebramos en Ávila respondiendo a todas las preguntas básicas. En el Pradillo y con Hornazo. De nuevo Ávila ha vuelto a sobresalir. Esta historia de victoria tiene mucho de batallas, y las batallas casi siempre son personales dentro de un marco colectivo y social como algunos les encanta decir. Pero la victoria sólo depende de a quién apuntes vitalmente. Solo si tenemos claro lo que buscamos podemos albergar posibilidades de vencer, o al menos si no tenemos claro lo que anhelamos, al menos pegarse a la forma en la que lo buscamos. La actitud cuenta más de lo que pensamos. Ese viejo adagio griego que afirma que la actitud genera educación, la educación genera carácter y el carácter genera el destino.
Victorias sin violencia. Pero victorias con mucho esfuerzo. Victorias para poder continuar hasta el siguiente paso, hasta la siguiente pantalla, hasta que entregamos el testigo a los que nos acompañan ¡Menos mal que cada generación de abulenses no se tiene que inventar las tradiciones de Semana Santa! sino que se puede completar y enriquecer con todo lo que viene, y con sus ganas de mejorar. Así pasa con todo, desde la democracia a cómo celebramos en casa «el Resucitado», desde cómo pelea cada familia por sacar adelante a los suyos hasta cómo se plasma la nueva transformación digital.  
Por eso la manera en la que afrontamos todos los retos tiene mucho de formación de los que nos rodean. No es lo mismo ser dialogante y firme, que dubitativo y cabezón. Esto es un reflejo en la opinión de todos los que nos rodean, incluidos nuestros hijos y parejas. La manera en la que peleamos contra todas las adversidades que nos vienen y celebramos todas las alegrías en las victorias forman mucho a los que nos rodean y a nosotros mismos. No es lo mismo irse a celebrar una victoria con un viaje a Vietnam que juntarse con toda la familia para un plan total. Todas las variables son posibles y necesarias, pero no tenemos que olvidar que a ninguna generación sobre la tierra se le ahorran sus particulares «batallas». 
En un libro ameno y riguroso de relatos cortos, el historiador Rafael Maria Molina, cuenta desde su óptica, batallas olvidadas en las que españoles con nombre y apellidos brillaron en un momento de dificultad grande. Sobre todo, me llama particularmente la atención la diferencia entre las «batallas políticas» de Hernán Cortés en México y las para mi desconocidas y tremendas batallas que libramos los españoles al final del siglo XVIII contra los apaches y los comanches en las fronteras de Nuevo México y Nueva Vizcaya.  Dice mucho más de cómo los mexicas estaban acostumbrados a una forma de vida, de batallar entre ellos, de sus formas jerárquicas políticas y de vasallajes entre los distintos grupos, a cómo se las gastaban los comanches y los apaches con «Cuerno Verde» a la cabeza. Estos habían nacido para pelear y así estuvieron hasta bien entrado el siglo XIX, esta vez ya con los Estados Unidos de América.  Lleva a la reflexión.
Y para todas las batallas que nos quedan a todos, creo que haremos bien en saber de qué material estamos hechos, sobre todo para que sepamos ya de antemano si nos rendimos, pactamos, hacemos como que no nos enteramos o simplemente, peleamos sin saber qué es lo que nos espera al final del camino. Yo por defecto de carácter y por contarme entre los devotos del Cristo de las Batallas, prefiero siempre a los que están dispuestos a no rendirse, sin importarme mucho la tenue diferencia que existe a veces entre una pírrica victoria o una dulce derrota, aunque me pirre todo lo que lleve azúcar. Otra pequeña y soportable contradicción.
Mi particular abrazo de Resucitado para mi Tio Santi, que soy de los pocos que de verdad puede llamarle tío, que se recupera de una pequeña y peleona convalecencia.