Roberto Serna

El líder que hay en ti

Roberto Serna


Pigmalión, un poder para todos

27/02/2021

La fuente de la que emana el poder de las personas tiene que ver con cómo se ven estas a sí mismas, qué palabras usan para describirse y las explicaciones que se dan sobre el mundo en el que viven. Pero hay un elemento sobre el que constituir un poder que no llega desde su interior, sino de las personas que le rodean. A este poder capaz de multiplicar la fuerza emocional de cualquier persona es al que llamamos efecto pigmalión.
Un profesor que enseña, una madre que queda impresionada, un espectador que aplaude, todos forman parte a veces de forma inconsciente del poder de cambio y mejora que tiene depositar en alguien un poco de fe, de confianza y aliento. Muchos de los más altos valores que tenemos las personas son alimentados cuando alguien más cree en lo que hacemos, lo que nos lleva a creer todavía más en que lo que hacemos es correcto, que podemos enfrentar adversidades. 
Pigmalión fue un escultor Griego que se enamoró de una de sus propias esculturas, Galatea. Sus sentimientos hacia ella eran tan fuertes que convenció a Afrodita para darle vida y poder casarse con ella. El amor que profesamos a nuestros hijos, hermanos o amigos tiene un efecto similar y puede hacerlos amarse, capacitarse y perseverar más allá de lo que les parecía posible. Es lo que puede marcar la diferencia entre una persona que no ve más allá de sus límites y otra que aprovecha sus recursos para buscar otras alternativas, recursos que han venido dados por la confianza de alguien más en ella.
Estoy seguro de que a todos nos gusta ver triunfar a nuestras personas queridas, conseguir sus objetivos y verlos felices, y sin embargo muy pocos solemos mostrarles vivamente la confianza que depositamos en ellos y en su capacidad para obtener lo que se propongan. Damos confianza y aliento desde el silencio u ofrecemos palabras de apoyo, pero sin un impacto real. Las personas saben que se encuentran respaldadas para aguantar los golpes en caso de abandono, no incentivadas a creer que son mejores de lo que son. ¿Se trata de una creencia irreal? Nada más lejos de la verdad, tenemos topes bajos respecto a lo que es posible para nosotros porque decidimos que solo nosotros establecemos esos límites, porque no conocemos lo que los demás pueden hacer para aumentarlos.
La historia está llena de ejemplos de personas que no confiaron en sí mismas, y es posible que muchas de esas historias incluso nos pertenezcan. Al pensar en ello, ¿cómo nos hemos sentido al abandonar sabiendo que lo teníamos todo para triunfar por falta de creencia o compromiso?, y lo contrario también sucede, ¿cómo no sentimos en el momento en que alguien nos dice que confiemos, que creamos y apostemos todo y, al hacerlo, descubrimos que estuvimos a punto de hacer a un lado algo que terminó por cambiar nuestras vidas? Con toda seguridad les agradecimos enormemente que creyeran en nosotros y nos alentaran a dar todo cuanto podíamos. Sentir el apoyo en momentos de dolor es algo maravilloso, pero que alguien nos eleve por encima de toda expectativa o condición es lo que crea los moldes para el éxito.
Pigmalión creía en su escultura y la hizo realidad, y creer en los demás con la misma pasión les hará alcanzar lo que realmente son, y obtener lo que realmente pueden.