Gonzalo M. González de Vega y Pomar

En mi azotea

Gonzalo M. González de Vega y Pomar


Como ahora, no todo fueron rosas y flores

24/12/2020

Un año mas la suerte de la Lotería de Navidad ha pasado de largo por Ávila. Aunque, quizás, alguien haya podido coger un pellizco procedente de cualquiera de las administraciones afortunadas en otras localidades, en nuestra provincia sólo ha dejado terminaciones y las pedreas en treinta y dos números.
¡Todo «por una bola»!  Si en vez de salir del bombo grande la que contenía el 72.897 –acompañada por la de los cuatro millones del «gordo»– hubiera sido cualquiera de las que llevaban los números de los décimos vendidos en las administraciones abulenses, no nos quejaríamos de nuestra mala fortuna. Ponemos las esperanzas en el sorteo del 2021 y y nos agarramos a esa frase tan usada de «mientras haya salud». Sobre todo en este horrible año.
Pasada la Lotería nos disponemos a celebrar la Navidad, que este año será muy diferente por culpa del Covid19, que tiene en vilo a todo el mundo e impedirá poder festejarla como hasta ahora. Más en España donde habrá diecisiete navidades distintas pues cada Comunidad Autónoma, atendiendo las sugerencias de sus «comités de expertos», ha impuesto limitaciones diferentes en cuanto al numero de familiares que podemos reunirnos, horarios de recogida, encuentros con amigos,  compañeros de trabajo y otras medidas preventivas para así, señalan, evitar contagios. Un «guirigay» que pocos entendemos con lo fácil que hubiera sido tener un sólo criterio a nivel nacional. Pero el Gobierno se ha desentendido, como de otras muchas acciones durante toda la pandemia, pasando la pelota a las autonomías, que hacen lo que creen es mejor pensando más en no perder votos que en la seria situación sanitaria. Ello me lleva a recordar lo que dijo un diputado en el Congreso «estamos mal, pero menos mal que estamos».
Este galimatías hace que los ciudadanía esté disconforme con las variadas medidas e imposiciones y expresen su contradicción. Es normal se diferencia poco con las «protestas», en sentido contrario, que algunos exteriorizaban sin vivir el Covid19. No pocos decían les «molestaba» tener que reunirse en Nochebuena  y Navidad –además de padres e hijos– con suegros, nueras, yernos, cuñados, tíos pesados… Ahora, que con estas decisiones pueden cumplirse esos sus «deseos», se lamentan –de boquilla– por no dejarles juntar. ¡Somos como la gata Flora!
De todas las maneras hay que reconocer tenemos suerte de poder celebrar estas navidades. Unos las toman como vacaciones de invierno, aunque no puedan ir a los lugares que tenían pensado hace tiempo y aprovecharán para estar, respetando las medidas sanitarias existentes, con familia y amigos, intercambiar regalos y hacer un alto en el camino antes de finalizar el año. Otros con el sentido cristiano que tiene la Navidad e intentar, como dice el Papa Francisco «que no sea una fiesta del consumismo comercial, de la apariencia, de los regalos inútiles o del desperdicio superfluo. Si no que sea una fiesta de la alegría, de acoger al Señor en el pesebre y en el corazón».
Esta Nochebuena, cuando estemos reunidos junto a los que podamos de los nuestros, acordémonos de manera especial de esas setenta mil familias españolas, más de quinientas abulenses, que perdieron –con la espinita de no poder despedirles como hubieran querido– a uno o varios de sus miembros por culpa del Coronavirus. Para ellos serán unos días de mucha tristeza pero deseamos que también de esperanza.
Recordemos igualmente a cuantas personas, por diferentes razones, no pueden celebrar hoy la Nochebuena con su familia: las enfermas ingresadas en centros sanitarios a consecuencia del bicho o de cualquier otra patología; las mayores que viven solas en sus domicilios o están en residencias y no se juntarán con los suyos para evitar posibles contagios; las privadas de libertad; las que, desgraciadamente, viven en la calle y también esas otras muchas en situación de vulnerabilidad a causa de la falta de trabajo y la crisis sanitaria.
Tampoco olvidamos en esta Nochebuena al personal sanitario que cuida de los enfermos; a los miembros de la Policia Nacional, Guardia Civil, Policia Local, Bomberos, vigilantes, Protección Civil, funcionarios de prisiones y otros colectivos de servicio esta noche preocupados por nuestra seguridad. Recordamos igualmente  a los cientos de camioneros españoles «atrapados» en carreteras de Inglaterra, tras el cierre –ya abierto– con las fronteras francesas por la nueva cepa del Coronavirus. A causa de las colas existentes, quizás no puedan cruzar el Canal de La Mancha para llegar a casa y reunirse con los suyos.
El Papa Francisco pide que las dificultades impuestas por la pandemia «nos ayuden un poco a purificar nuestro modo de vivir la Navidad y tengamos en cuenta la fe, la esperanza y el amor, que guiaron y sostuvieron a María y San José en su Navidad, en la que, como ahora, no todo fueron rosas y flores».