Pilar Álvarez

Lo social

Pilar Álvarez


Políticas sociales...

26/10/2022

El filósofo observa, reflexiona, sobre el mundo en que vive. Llegando a la conclusión que la filosofía es una actividad humana, algo que hacen individuos concretos que piensan sobre la realidad, pero no pueden sustraerse de ella. Es decir, como todo lo humano es histórico y social, está condicionado por la época en que se vive. Aunque no seamos «especialistas», en mayor o menor medida, todos somos filósofos, porque en algún momento nos preguntamos por el sentido de la vida, por el amor, por el funcionamiento del mundo, de las relaciones interpersonales… con lo cual, en términos generales, también adoptamos una u otra posición. Algunos tenemos una tendencia más idealista, pensamos más en «cómo deberían ser las cosas» y, a lo mejor, intentamos cambiarlas, mientras que otros somos más realistas, vemos las cosas «como son», y sencillamente las aceptamos. Y en esto también  suele surgir debate. Sin embargo, las personas hablan a menudo de las filosofías sociales y políticas, en este sentido como si fueran efectos de otras actividades sociales del hombre, las cuales no les afectarían escasamente.
Los cambios sin embargo no tienen muy en cuenta las filosofías sociales, y no usan como los arquitectos sus planos. «El tema económico social lo domina todo». Tanto los revolucionarios como los reformadores tienen mucho más de improvisadores que de planificadores. Pero ellos también están profundamente inducidos en sus «discursos políticos por las filosofías sociales». La filosofía política y social ha caído por muchas razones. Muchas teorías famosas se han mostrado totalmente inadecuadas como explicaciones de cómo funciona y cambia la sociedad, no se han ocupado de muchas materias, por el contrario, se han entretenido curiosamente con asuntos de extrema complejidad. Y puede ocurrir que lo que ellas defiendan no sea querido por la mayor parte del pueblo. En Occidente la filosofía social y política no goza del prestigio de hace cincuenta años. 
En una sociedad libre habrá siempre una gran variedad de filosofías morales y, por lo tanto, de filosofías sociales y políticas. La gente no estará siempre de acuerdo sobre cómo debe vivir el hombre, cómo debe organizarse la sociedad, y de cómo dirige el gobierno los asuntos, para hacerle capaz de vivir como se merece. Habrá una amplia variedad de filosofías prácticas, propias de individuos y de grupos, también ciertas reglas de tolerancia y cooperación, generalmente aceptadas, que permitan a gentes con diferentes filosofías prácticas de vivir juntas pacíficamente. La filosofía de las personas y de los grupos cambiará no sólo con las condiciones sociales y con el progreso de las ciencias, sino que también lo harán las reglas generalmente aceptadas. Será la  filosofía propia de una sociedad libre como un todo. 
Esta filosofía común no será una filosofía de la vida, no bastaría por sí sola para dar un sentido a la vida,  su función consistirá en capacitar a los hombres para dedicarse a sus diferentes propósitos pacífica, y amistosamente. La filosofía común de la sociedad libre debe parecerle miserablemente débil, lo cual es cierto en parte, pues no enseña a los hombres a vivir, sino a ser tolerantes y cooperadores, a pesar de las grandes diferencias de opinión, acerca de lo que hace a la vida digna de ser vivida, y a la sociedad buena. Hallará difícil de creer que tales filosofías puedan proveer a sus adherentes de sistemas coherentes de creencias capaces de hacer de la filosofía una guía satisfactoria de la vida.

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