Gerardo L. Martín González

El cimorro

Gerardo L. Martín González


El protocolo

16/05/2023

El otro día me levanté como siempre, no sé si primero eché el pie izquierdo o el derecho, porque popularmente se ha hecho muy mala prensa con lo del pie izquierdo, como que vas a tener un mal día ¿por qué será? Había soñado, pues tanta insistencia de imágenes y comentarios a todas horas y lugares mediáticos, hasta la saturación, de la coronación del rey Carlos III de Inglaterra, y aunque a mí me da igual las aventuras de esa familia, había creado esa situación mental inconsciente ¡pero que bien venden todo esto sobre su realeza, esos hijos de la Gran Bretaña! Lo que mas me impactó, aunque también, pues es un espectáculo muy vistoso, y confieso que lo vi, era su desarrollo según normas ancestrales que la tradición ha ido manteniendo, y que es fundamental y parte importante de la permanencia de la institución, pese a todos los pesares. Y todo está estudiado y medido según un rígido protocolo. Nada ni nadie estaba fuera de su sitio, porque así está, no sé si escrito o no, en ese protocolo. Pero ¿qué es el protocolo? ¿tan importante es? Según la traducción literal significa «la primera hoja encolada», que parece que no nos dice nada, pero a lo largo de los tiempos se han ido dando definiciones, hasta conseguir que tenga el mismo significado en todo el mundo; y así, hasta el diccionario de la RAE tiene varias acepciones, del que tomo la tercera: «Conjunto de reglas establecidas por norma o por costumbre para ceremonias y actos oficiales o solemnes».  Tan importante es que hasta la iglesia católica recogió algunas cosas de ese protocolo y lo plasmó en uno de sus artículos de fe en el Credo, donde se dice: «…y está sentado a la derecha del Padre…»  Si lo tomáramos al pie de la letra, empezaríamos a pensar si Cristo está «sentado» en una nube, o en un sillón, o tal vez en un taburete, y está «a la derecha» (¿por qué no a la izquierda?) de Dios Padre, también sentado, como un venerable anciano de barba blanca y túnica, al estilo de Zeus en el Olimpo griego, imágenes que los artistas han interpretado durante siglos cuando han querido trasladarnos esa escena de la Santísima Trinidad, para un pueblo sencillo y creyente. Un ejemplo lo tenemos en el retablo del altar mayor de la basílica de santa Teresa, aquí en Ávila, obra de Gregorio Fernández. La jerarquía eclesiástica no ha dicho nunca si eso está bien o mal, sino que ahí está y el que quiera que lo interprete, o no es necesario y simplemente mantiene la tradición. El primer Credo, tal como le conocemos hoy, procede de los Concilios de Nicea y Constantinopla, en el siglo IV, lo que indica que esas expresiones «protocolarias» ya se conocían socialmente entonces. Estar sentado y a la derecha, son símbolos sociales que indican el estatus y jerarquía, que se manifiestan de esa manera. Es por tanto, copia de un acto social y humano, un protocolo, inventado y consensuado, que deja claro cuál es la preferencia y el puesto jerárquico de cada uno.
Tal vez recordemos aquellos programas televisivos de hace años, cuando maestros o directores de protocolo, entre los que se encontraba un abulense, nos enseñaban las normas y formas de comportamiento social, desde las personas a las cosas, pues todo tenía un orden, básico en una buena educación, que hoy desgraciadamente se ha perdido, aunque todavía quedan Jefes de protocolo, que deciden quienes y de qué manera han de estar personas y cosas, teniendo una capacidad de mando que, a veces, está por encima de los ministros. 
Pensar porqué el estar sentado y a la derecha tienen preferencia a estar de pie o a la izquierda, nos llevaría muy lejos, y entraríamos en un terreno que ha copado la política, con esa división ficticia y humana, de «izquierdas» y «derechas», que tiene un origen fortuito en el inicio de la Revolución francesa del s. XVIII, donde a la derecha del presidente de la Asamblea, se sentaban nobles y clero, y a la izquierda el pueblo llano. Pero la historia y el protocolo son así, y eso no hay quien lo mueva. Hoy, con una titulación mas larga, están los Expertos en Protocolo y Organización de Eventos, imprescindibles para que todo vaya bien, en actos culturales, empresariales, deportivos, diplomáticos y otros sociales. Son personas discretas, que normalmente no se las ve, pero ahí están, y depende de su bien hacer que todo funcione.