Gerardo L. Martín González

El cimorro

Gerardo L. Martín González


Salir del armario

09/08/2022

Todo el mundo sabe que quiere decir esta frase, cual es manifestar públicamente, a la sociedad, a los mas cercanos, la condición sexual que durante algún tiempo estuvo escondida o disimulada, y que se separaba de lo que se considera normal y único. No se admitía la diversidad, ni siquiera en la familia, y cuando existía y se conocía, era objeto de persecución, burlas, muchas veces crueles, considerada como una desviación pecaminosa, de instintos lujuriosos, al separarse de la regla única y universal. Hoy sabemos que no es así, que no se trata de una enfermedad, ni de una desviación de los instintos, aunque puede haberlos, sino que la naturaleza es caprichosa, e igual que hay hombres, mujeres, rubios, negros, altos, bajos, listos o tontos, atletas y tullidos, hay otros seres que en lo físico o lo cerebral, han nacido y se han desarrollado de otra forma. El hecho de que sean una minoría dentro del conjunto humano, lo mismo que hay negros albinos, hacen que fueran, y tal vez sigan siendo en muchos lugares del planeta, tratados de distinta manera, con infinidad de matices, desde la integración plena social, con leyes que así lo reconocen, a la persecución, incluso mortal, y también con leyes.

Últimamente se ha estado celebrando la Fiesta del Orgullo, una fiesta pública y ruidosa, de LGTBI, que aúna a un conjunto de seres con diversas tendencias o modificaciones sexuales, tanto corporales como cerebrales, que no voy a enumerar, fuera del patrón clásico. El que esto pueda reconocerse y darle carta de ciudadanía normal, ha llevado a que se celebren estas manifestaciones de visibilidad, con arrogancia y exceso de estimación propia, una forma de hacerse ver, mientras se normaliza el aspecto de diversidad, que puede llegar a ser largo. Pero de ahí a sentir "orgullo", me parece excesivo, y a veces de mal gusto, con exhibicionismos de algunos que no representan a los mas, pues se puede estar orgulloso, de su país, de su pueblo, de su aspecto, de sus conocimientos, de infinidad de cosas, y nadie sale en manifestación para decir que orgulloso está. He conocido a personas así, distintas, y el trato y las relaciones eran normales, dentro de un mundo normal; y según el dicho castellano "nadie es mas que nadie", y por supuesto un LGTBI, un atleta olímpico o el rey de Roma.

"Salir del armario" tiene su historia, que se separa un tanto de la versión que dicen proviene del inglés. La diversidad ha existido desde que el mundo es mundo, y a lo mejor en Atapuerca, donde cada día aparecen cosas nuevas, paradójicamente, cuanto más antiguas, descubren algunos restos que podían coincidir con alguna variedad física no normal, o lo mismo en una momia egipcia, de las miles que aún están en los sótanos de los museos, solo por almacenar antigüedades, sin dejarlas que reposen eternamente. Pero los que dieron mas visibilidad al tema fueron griegos y romanos, en aquellas épocas clásicas que aún hoy día nos maravillan, por la diversidad y la imaginación que tenían, que nos dejan turulatos. Por ejemplo, de los amores de los dioses Hermes y Afrodita, nació un hijo que llevó el nombre compuesto de su padre y de su madre, Hermafrodito, el cual fue abandonado por su madre que se sentía culpable de adulterio, en el monte al cuidado de las ninfas que allí vivían. Se hizo un joven muy bello, y cierto día que iba de camino, haciendo mucho calor, decidió darse un baño desnudo en un lago; y viéndole así, la náyade Salmacis le deseó, a lo que él se resistió, pero la insistencia de aquella hizo abrazarse fuertemente a aquel y hundirse en el lago, pidiendo a los dioses, que no se separasen nunca. De este suceso surgió Hermafrodita, un solo ser de doble sexo. Esta figura fue representada, como casi todo lo que veían estos clásicos, igual un dios que una lagartija, llegando hasta nuestros días varias tallas de hermafroditas, generalmente tumbados, y algunos de pie. Napoleón, que aparte de sus rapiñas guerreras, también hacia compras de obras de arte, como la realizada a la familia Borghese (hoy en parte devueltas a Italia) con el ambicioso plan de conseguir el mejor museo de obras de arte, el actual Louvre, por entonces recién estrenado. Entre aquellas estatuas iba un hermafrodita en pie, cuerpo de mujer hermosa, como una Venus, peinado femenino con una cinta, pechos indudablemente femeninos, cabeza mirando hacia abajo, y vestida con una túnica que levanta con las dos manos, enseñando unos genitales masculinos, con el pene en erección, representación poco usual. Los responsables del Louvre les pareció que aquello era pasarse, y por pudor no la exhibieron, guardándola en un armario. Y así ha estado hasta mediados el siglo pasado, donde se empezaba a hablar sin tapujos de las diversas sexualidades, y como no podía ser menos, "salió del armario" esta estatua, literalmente, cuyo acto se conoció y dio origen a lo que los ingleses explicaron con otras palabras, closet, y su significado.