Roberto Serna

El líder que hay en ti

Roberto Serna


Para ser más, hay que desearlo

15/06/2022

Tenemos una sola oportunidad en la vida, una de hacer lo que sea que vayamos a hacer. Una de estudiar una carrera, de hablar con nuestros hijos en lugar de discutir, de hacer nuevas amistades, de dejar un legado más allá del egoísmo y enseñar que las barreras que nosotros superamos nuestras próximas generaciones pueden superarlas también, e ir más allá.
La consciencia sobre el tiempo, el corto relato en el que nos basamos, debe ser un honor y jamás una pesada carga el haberlo recibido. Ok, entonces en lugar de trascurrir la vida haciendo algo que esté por debajo de las expectativas que puedo marcar para mí, ¿cómo puedo llevar mi vida al siguiente nivel y cumplir con esas expectativas? Teniendo un «tengo que» en lugar de decir «me gustaría que». Tengo que elevar mis criterios si quiero conseguir más de lo que he conseguido hasta ahora, tengo que trabajar más si quiero que este año sea mejor que el anterior, tengo que ser más carismático, más atento, más decidido, más cercano, más amable, más culto.
Sin trampas de ningún tipo, solo tú y tus ganas de esforzarte por superarte un poco más de lo que lo hiciste el año anterior. Y puede que todo esto salga mal. Puedes caerte más veces, puede que hables más y que te escuchen menos, puede que pierdas el rumbo, las formas, la seriedad, puede que te quedes solo, o puede que te juntes con quien no debes. Lo único cierto es que cuando dejas de adaptarte a lo que eras antes y buscas una nueva forma de ver las cosas cobra todo el sentido un viejo proverbio japonés. Este reza lo siguiente: «Antes de condenar, ocúpate de saber si tú estás a la altura de tus propios principios».
Y si de principios hablamos creo que todos estamos de acuerdo en que fallamos más por incumplimiento que por intento. ¿Cómo vamos a saber de lo que somos capaces si ni tan siquiera lo intentamos? Mientras sigamos dando más placer a la idea de permanecer como estamos que a gobernar nuestras verdaderas intenciones de superación personal, jamás experimentaremos sensaciones de orgullo, de dignidad, de la verdadera realización de una promesa. Si nos da miedo el fracaso, lo más probable es que no hagamos nada por establecer metas que impliquen el riesgo de fallar.
Los que suman crean. Los que avanzan antes fallan. Los que se ridiculizan al menos se presentaron a la batalla. ¿Qué has hecho tú que no sea sino el ridículo al aceptar metas pequeñas y no las que en realidad deseabas? Tienes que verte la cara de vergüenza cuando consigues lo que no querías, mientras lo que sí quieres son otros los que lo disfrutan, precisamente, los que pensaron más en sus instintos que en las consecuencias. ¿Qué sucede cuando uno tiene la sensación de haber llegado a un punto donde ha quedado inmovilizado y sin alternativas? Que tiene que moverse hacia donde sea, sin que importe saber lo que le deparará. Si sigue inmóvil no durará en acercarse a problemas de carácter psicosocial, como aislamiento y depresión, sensación de vacío y de que la vida pudo ser algo más pero que no ha sabido cómo hacerlo posible.
Ningún cambio, ningún deseo durará si no lo convertimos en un «tengo que». Los «deberías» solo son disposiciones obstaculizadas por el miedo y la procrastinación. Dime, si tuvieras en tu mano pedir un deseo y que este se cumpliese, ¿no sería el mejor hacer de nosotros personas más decididas y menos temerosas? La determinación lo puede vencer todo en la vida.

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