Gonzalo M. González de Vega y Pomar

En mi azotea

Gonzalo M. González de Vega y Pomar


Duelan más o menos, los resultados hay que aceptarlos

03/06/2023

El pasado domingo todos los ciudadanos abulenses mayores de edad vivimos la «fiesta de la democracia» y tuvimos la oportunidad de elegir a los mil quinientos veinte concejales –de ellos doscientos cuarenta y ocho ocuparán el sillón de la alcaldía– para representarnos durante los próximos cuatro años. Fue el día en el que los electores depositamos nuestro apoyo a las propuestas y proyectos que presentaba cada formación política, además de confiar en la persona cabeza de lista para regir los destinos de su municipio, así como en aquellas otras, que le acompañaban en la misma.
Una jornada marcada por los varios chubascos que cayeron y que, en el de las papeletas, no llovió a gusto de todos los partidos, quienes, antes de abrirse los colegios electorales tenían unas expectativas diferentes –confiados en las encuestas que se publicaron– a las que, en realidad, salieron de las urnas habilitadas para el voto, en las trescientas cincuenta y nueve mesas electorales.
En el conjunto de la provincia, donde se presentaron 25 formaciones diferentes, el ganador fue el Partido Popular al conseguir 798 concejales, mayoría en 184 localidades y recuperar alcaldías. Le siguieron el PSOE con victorias en 26 pueblos y 226 ediles. Por Ávila, que, si en las elecciones de 2019 obtuvo 80 ediles, ganó en 23 municipios y ha logrado tener 141 concejales, lo que le convierte en la tercera fuerza política de la provincia. El nuevo partido, nacido de la escisión del PSOE abulense, Nuestra Tierra, cosechó 37 concejales y logró ser la fuerza más votada en siete localidades, así como tres alcaldías. Vox ganó en tres municipios y sumó un total de 26 concejales, diez más que en los anteriores comicios.  Izquierda Unida solo consiguió tres ediles y otras cinco candidaturas independientes ganaron en sus respectivos municipios. Así el mapa provincial se ha teñido del azul de los populares, que gobernaran con mayoría absoluta la Diputación.
La capital ha vuelto a pintarse de amarillo por el apoyo de la mayoría de los electores -como ya ocurriera en los comicios de 2019- a Por Ávila. Fue la fuerza más votada en casi todas las mesas electorales, consiguiendo un total de 11.075 sufragios y once concejales. El Partido Popular, que obtuvo 7.525 papeletas a su favor y siete ediles, solo le ganó en la zona centro por treinta votos de diferencia. El PSOE cosechó sus peores resultados al obtener cuatro munícipes con el respaldo de 4.459 electores –mil setecientos dieciocho menos que en 2019– y Vox consiguió acceder a la Corporación con tres concejales por la confianza que en el depositaron 2.869 personas, duplicando el número de votos de la pasada convocatoria electoral. Quedaron sin representación Izquierda Unida, Ciudadanos y Nuestra Tierra.
Resultados en nuestra Ciudad que tienen una lectura fácil, el respaldo de la mayoría de sus habitantes a la labor realizada durante los últimos cuatro años por el actual –ahora en funciones– equipo de gobierno municipal con su alcalde al frente, que repetirá en la próxima legislatura. No les han desalojado del Ayuntamiento las continuas críticas, muchas sin más fundamento que despellejar, del grupo popular municipal durante estos cuatro años. De poco, igualmente, le han valido para ganarle las tres mil visitas a domicilios de la capital, a cientos de comercios y las muchas reuniones con distintos sectores realizadas por la candidata del PP, como su amenaza de que «votar a los amarillos era votar al sanchismo, independentistas y podemitas». Igualmente, poco efecto han tenido, para arrebatarle el gobierno municipal, los reproches a las obras que se están desarrollando y los despectivos calificativos de su presidente manifestando que hay que acabar con la política «populista y demagoga» que, insiste, hace Por Ávila. 
Las críticas realizadas por los socialistas –debido a sus problemas internos han sufrido un buen desgaste–, amparándose en las políticas sociales del presidente del Gobierno y en los fondos que han llegado a Ávila –provenientes de la Unión Europea– así como que continuar votando a los amarillos era «volver atrás», tampoco calaron en miles de electores. Han preferido que siga gobernando el partido amarillo, para continuar con su programa, obras incluidas y en ejecución que producen molestias a los vecinos, nuevas inversiones para que vengan industrias que creen puestos de trabajo y otros proyectos, en beneficio de nuestra Ciudad y de cuantos en ella habitamos,
Duelan más o menos, los resultados hay que aceptarlos.