Vicente García

El buitre de colores

Vicente García


La memoria del agua y la amnesia del hombre

01/02/2024

Hace sólo unos días leía un artículo de mi amigo Luis Martín García Sancho en el que recordaba sabiamente que "el agua tiene memoria", que tarde o temprano regresará por sus caminos habituales; tal vez tarde meses, años, o incluso décadas o lustros, pero lo hará…

Por supuesto que coincido totalmente con sus tesis y además debemos esperar que con el cambio climático la frecuencia será cada vez más rápida; también la experiencia nos comienza a demostrar que lo hará con una mayor torrencialidad.

En numerosas ocasiones se han usurpado los cauces a los ríos y arroyos; se han desviado cursos para mayor comodidad humana, se han drenado y desecado lagunas y lavajos para convertirlas en terrenos de cultivo, se ha construido en terrenos inundables porque hacía muchos años que los ríos no se desbordaban tanto, sometidos a una sequía ya casi persistente en la que las precipitaciones cada temporada eran más escasas, y por tanto los caudales se encontraban bajo la mínima expresión. Pero llevamos ya varios años en los que las inundaciones debido a precipitaciones masivas en muy poco espacio de tiempo y en lugares muy determinados han producido graves inundaciones a nivel local, incluso en nuestra querida provincia abulense.

Porque el agua ha demostrado que tiene memoria, que ha regresado por donde lo hacía desde tiempos inmemoriales y en ésta y otras ocasiones es imposible de controlar cuando descargan tantos litros por metro cuadrado en muy poco tiempo.

De nuevo se oyen argumentos sobre la falta de limpieza de los cauces, algunos poco admisibles como los que claman para la eliminación de árboles y arbustos de las orillas para que los ríos circulen mejor. Esta tesis totalmente obsoleta aún es esgrimida por algunos ingenieros de la vieja escuela. Está totalmente demostrado que las raíces de los árboles y arbustos, de sauces y mimbreras sujetan las orillas y evitan que las fuertes crecidas erosionen los cauces y arrastren lodo y tierra aguas abajo; si los ríos no encuentran arbustos que les frenen la velocidad de descenso, ésta aumentará vertiginosamente y unido a lo anterior el resultado puede ser desolador.

Otra cosa es limpiar zonas centrales donde se hayan producido tapones por árboles muertos, o utilizar sabiamente la definición de "limpiar" para quitar ramaje seco y basuras de todo tipo que acumulan nuestros cauces fluviales; porque a veces cuando se habla de acondicionamiento de orillas y limpieza de cauces, hay que echarse a temblar ya que se anuncia una verdadera masacre ecológica arbórea. Buen ejemplo de que la falta de vegetación ribereña es un problema añadido es que muchas de las inundaciones torrenciales a nivel local han tenido lugar en zonas precisamente carente de ella aguas arriba, lo que ha incrementado la velocidad del agua y el consiguiente arrastre de tierra erosionada de las orillas; el caldo de cultivo perfecto para una peligrosa inundación.

Pero a veces ni siquiera un cauce bien tratado es capaz de frenar al agua cuando éste reclama su territorio, porque la climatología actual tan revuelta y cambiante nos puede dar más de un susto ahora y en el futuro. Lo que está claro es que maltratar los cauces y sus orillas como generalmente hacemos, a la larga, no nos va a traer nada bueno, porque "el agua tiene memoria", aunque el hombre parece que no. :-()

Cigüeñuela sobre el Adaja