M. Rafael Sánchez

La mirada escrita

M. Rafael Sánchez


El fracaso de la inteligencia

16/04/2023

En tiempos de confusión e hiperinformación, la inteligencia colapsa y es derrotada. Cuando el ruido de voces es confuso y unas se tapan a otras cual coro de enloquecidos, se están preparando las condiciones para el rechazo a escuchar voz alguna salvo aquellas que nos han caído en gracia por alguna razón que no es siempre razonable. Es en tiempos de confusión cuando las voces que peor entonan y más expertas son en no saber de nada, lanzan sus tonterías que enseguida son recogidas y tomadas en consideración por aquellos que usan la misma entonación desafinada. Y esto, aparte de ser dañino para los oídos, acaba por ser motivo de colapso de la inteligencia e incluso de rotura del acuerdo de convivencia democrática.

El científico y aforista Jorge Wagensberg, dejó escritas en 2006, en su libro A más cómo, menos porqué, sentencias como estas: "La verdad es para encarar el futuro. La mentira es para soportar el pasado. Las verdades se descubren, las mentiras se construyen". Los años en que fueron estos aforismos escritos, eran tiempos en que no habíamos dado aún nombre a las fake news y en los que la ciencia era respetada por ser un instrumento que nos había dado conocimiento, nos había ayudado a mejorar la vida de las personas y no era cuestionada por analfabetos con intereses políticos y predicamento mediático. De unos años para acá, y acrecentadas por la pandemia de estos últimos años, han surgido las conspiranoias y las tonterías estúpidas como otros virus quizás más peligrosos para la pervivencia humana. Por eso no nos ha de extrañar ya el oír a la segunda persona con mayor responsabilidad en nuestra Comunidad decir ante un grupo de alumnos adolescentes que el CO2 no contamina. Tamaña barbaridad dicha en un centro educativo tendría que ser motivo de inmediata destitución, pero como es una gallardada más, pues no pasa nada. Si un profesor lo dijera, sería motivo para abrirle expediente por transmitir información que se ha demostrado científicamente que es falsa. Y el señor vicepresidente, a raíz de la polémica que levantó, no solo no rectificó lo que había dicho, sino que animó a los jóvenes en sus redes a ser libres, a disentir y perseguir la verdad. Como si lo que piense cada uno, sea lo que sea, constituyese una verdad razonada en sí misma.

José Antonio Marina, en su libro La inteligencia fracasada, se pregunta acerca del porqué personas que son estructuralmente inteligentes luego son tan estúpidas. Y señala tres tipos de fracasos. El primero sería el fracaso cognitivo, que se da en aquellos individuos cuyo fanatismo ideológico les impide aprender de su propia experiencia y de lo conseguido mediante el pensamiento y ciencia humanos. Todo apunta a que lo ocurrido en días pasados con el señor vicepresidente encuadre en esta tipología. El segundo es el fracaso afectivo, que se da en aquellas personas cuyo estilo de manejo de los afectos les incapacita para vivir. Emociones como el miedo, la soberbia, la envidia, etc., llevan también a este fracaso de la inteligencia. Por último hay un fracaso lingüístico, cuando por una incapacidad para expresarnos correctamente no nos hacemos entender y se nos malinterpreta. Estos tres fracasos tienen más que ver con lo emocional que con lo que se ha pensado tradicionalmente que era la inteligencia, una capacidad del conocimiento. Pero como vemos, cuando los afectos intervienen negativamente, la inteligencia emocional hace aguas. Como dice J.A. Marina, la gran creación de la inteligencia es la bondad y la maldad es el gran fracaso de la inteligencia, pues sería su peor uso posible. En cualquier momento escucharemos otra vez a alguien gritar "¡Muera la inteligencia!" en un paraninfo universitario y veremos cómo aplauden extasiados sus oyentes.

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