M. Rafael Sánchez

La mirada escrita

M. Rafael Sánchez


El duelo inacabado

17/03/2024

Hace unos días leía una cita de Goethe: "Un hombre ve en el mundo lo que lleva en su corazón." En esos mismos días recordábamos los veinte años transcurridos de los atentados del 11 M y podíamos comprobar cómo sigue vivo el gran duelo de aquellos terribles días entre una gran parte de españoles. Y cómo siguen vivas las mentiras que entonces nacieron. De aquellos terribles días, seríamos portadores en nuestro corazón de una verdad que policías y jueces investigaron y juzgaron, o de una mentira que interesadamente otros pergeñaron.

Fueron casi dos centenares los muertos y casi dos millares los heridos. Y muchos más aún los familiares de las víctimas que tienen que vivir un duelo aún no cerrado a causa de las polémicas, enfrentamientos y resurrección de las farsas conspiratorias que cada 11 M tienen que revivir y sufrir. No parece que haya caridad para con las víctimas.

Aquel atentado, como toda situación extrema, reveló lo mejor y lo peor de la especie humana. Dejó escrito Séneca que "Toda crueldad nace de la debilidad". En aquellos días el gobierno de España era consciente de su debilidad. Si decía la verdad, perdían las elecciones. Si mantenían por unos días la mentira, las ganaban. Y de esa mentira nacida de la debilidad seguimos en la crueldad entonces generada. Pero también de aquel terrible atentado nacieron actos de generosidad y valentía. Palabras de verdad y poesía.

Los creadores y propagadores de las mentiras, y que se agruparon en torno a la llamada teoría de la conspiración, fueron políticos de aquel gobierno y unos cuantos periodistas y medios de comunicación. Tienen nombres que, en ejercicio de salud emocional, sería mejor no recordar. Quienes estamos pagando las consecuencias somos la sociedad española, en general, y su salud democrática, en particular, pues aquello fue un gran ejercicio de lo que después se ha llamado trumpismo y que es una forma actual de lo que Hannah Arendt denominó banalidad del mal. Esas mentiras siguen veinte años después, y la polarización y la crispación no han dejado de crecer a causa de una actitud casi patológica en la que se mantiene una versión falsaria de los hechos y una actitud arrogante y perturbadora.

El psicólogo Festinger desarrolló la teoría de la disonancia cognitiva, para definir el hecho del conflicto mental que ocurre cuando los comportamientos y creencias de una persona no concuerdan con la realidad y esta persona resuelve su contradicción interna asumiendo una mentira como si fuera verdad. Es decir, que la persona acaba autoengañándose, creyéndose la mentira para mitigar su malestar emocional. Esta tensión no resuelta entre hechos y creencias conlleva un alejamiento cada vez más distante de lo que sucede y lleva a estas personas a una mayor dependencia ideológica, lo que trae consigo una mayor radicalización en sus posiciones. Aquello que se plantó entonces es como una mala hierba que sigue extendiéndose y que, entre otras cosas, deslegitimiza todo gobierno que no sea de su gusto.

Ayer, leía el último poemario que la Nobel polaca Wislawa Szymborska escribió y que fue publicado tras su muerte. Me encontré estos versos: "Porque a fin de cuentas / lo que hay es ignorancia de la ignorancia / y manos ocupadas en lavarse las manos."

Foto: Ana Jiménez (@ginger_ajm)