David Ferrer

Club Diógenes

David Ferrer


¿Quién paga esto?

12/07/2023

En algunas provincias se reparten tres diputados. En otras son cuatro, cinco o diez representantes. Más de treinta son los elegidos en Madrid. Cinco en la cercana Valladolid. Seis en Toledo. El resultado total es de trescientos cincuenta en el Congreso. A mí me siguen pareciendo muchos y con la mitad sería igual. Con la política nos pasa lo mismo que le ocurrió al escritor Josep Pla cuando visitó Nueva York y se quedó anonadado con las luces de Times Square: ¿Y quién paga esto? se preguntaba. Visité una vez el Senado y me asaltó la misma duda. ¿Cuánto nos cuesta esto? Y si descendemos a lo autonómico, para que te cuento. Por unos trámites tuve que visitar el otro día un enorme monasterio vallisoletano donde la Junta de Castilla y León ha dispuesto las dependencias de varias de sus consejerías y me perdí en un laberinto de claustros, despachos, organismos y subdirecciones. Y es que en ese antiguo convento, donde antes había frailes orantes y estatuas penitentes de San Jerónimo ahora hay cientos de funcionarios con máquinas de café, despachos con calendarios sindicales y multitud de mesas de formica. ¿Cuánto cuesta eso?

La pregunta del escritor ampurdanés es ya un cliché. ¿Quién paga esto? Los edificios, los organismos, los despachos, los carteles, los coches, las elecciones, las grapas, los folios, los ordenadores y los iPhone, entre otras muchas cosas. A los ciudadanos con la política, desde luego, se nos presentan situaciones asimétricas. No es justo, dirá algún electo. A mí me lo dijo así un antiguo senador mientras me mostraba las dependencias de la Cámara Alta. Yo ponía cara de disimulo. Nadie se queja de que un médico tenga una buena consulta ni de que a un profesor le pongan materiales en un aula pero es ver a los políticos y echamos la mano a la cartera. Objetivamente un representante en cualquiera de las cortes debe estar bien pagado pero algo habrán hecho mal cuando discutimos tantas veces el valor de su trabajo y las prebendas que reciben. Y, como en cualquier profesión, los habrá que se ganen el sueldo y los que no cojan un boli. Pero volvamos al reparto de diputados. En Ávila somos austeros y nos corresponden apenas tres. Es un número simbólico pero también divertido. Porque da mucho juego y deja sin aliento a los aspirantes hasta que, tras la noche electoral, ven su nombre en la meta. Si fueran cinco habría un poco de todo pero aquí jugamos al tres en raya, al tres de bastos, a la trinidad y al semáforo. No me gustaría estar en la piel de los aspirantes estos días. El único que de salida lo tiene claro un poco será Héctor Palencia que juega en esta terna como primer espada. A partir de ahí, conjeturas, apuestas y probabilidades. ¿Si Por Ávila gana un escaño a quien se lo quita? ¿Volverá el Partido Popular a su segunda acta? ¿Sobrevivirá el PSOE abulense a su situación desesperada y podrá arañar un puesto? ¿Podrá el partido de los tiempos recios mantener su asiento? ¿Será Sumar la resta de la izquierda?

Nos gusta a los votantes hacer sufrir a los políticos. Es el único momento del año en que podemos hacerlo. El resto del año solo nos cabe preguntar: ¿y quién paga esto?