Pues sí. Algunos lectores dirán que si tengo alucinaciones o delirios por el cambio térmico tan brusco de estos días, donde hace prácticamente unas horas estábamos casi en mangas de camisa y hoy mismo podemos pasmarnos de frío incluso siendo de Ávila.

Otros dirán que cómo dejan lavar la ropa en las plazas y calles de la ciudad en un acto claro de incivismo.

La mayoría, viendo la fotografía que acompaña al artículo en el periódico impreso, habrán sido conscientes a primera vista de que no se trata del antiguo oficio 'de tiempos pasados', sino de un ave llamada así "Lavandera (Motacilla alba)" que aunque generalmente es visible en orillas de los ríos y aguas someras durante todo el año, es durante el invierno cuando aumenta su actividad y es más fácil de contemplar ya que puede reunirse en dormideros y a menudo se acerca al casco urbano. Por lo tanto podemos observarla en las orillas de nuestro maltratado Adaja pero también en algunas calles y plazas en pleno casco histórico, incluso en el centro de la ciudad deambulando sobre las losas de granito del suelo.

El nombre común le viene porque cuando se encuentra caminando entre los aguazales en busca de alimento efectúa un movimiento repetitivo levantando y bajando su cola de forma casi hipnótica.

Su alimentación incluye gran variedad de insectos muchos acuáticos, larvas y adultos de mosquitos y moscas a los que en algunas ocasiones captura al picoteo y en otras efectúa pequeñas carreras para capturarlos en el suelo o incluso en pleno vuelo. Es una especie que no suele ser muy gregaria salvo en los dormideros mencionados anteriormente.

Imagino que muchos de nuestros seguidores tendrán ya muy claro de qué ave se trata, pero ¿qué ocurre con los peques de la casa? ¿Sabrían identificar este pájaro u otros similares que pueden encontrarse en nuestra ciudad?

Ahora recuerdo un estudio de hace algunos años, en Cantabria, en el que participó la Sociedad Española de Ornitología (SEO) efectuado entre niños entre 8 y 9 años en el que se demostró cómo un porcentaje que llegaba al 100% conocía perfectamente al personaje Bob Esponja, Tadeo Jones o George de la Jungla, por mencionar a algunos protagonistas digitales, pero estos mismos alumnos no tenían ni idea de qué era una lavandera blanca, un carbonero común, un mirlo, e incluso el urbanita y de momento abundante gorrión común que habita entre nosotros, al que tan sólo un 6% fue capaz de identificar.

Me pregunto de nuevo, como lo hice entonces, ¿Si hiciéramos esta misma encuesta entre los niños abulenses en ese rango de edades, qué resultado tendríamos? Espero que mejor, aunque también tengo mis dudas.

Realmente Ávila tiene aún mucho que ofrecer en cuanto a naturaleza urbana se refiere, aunque también voy contemplando cómo últimamente se han talado unos cuantos árboles sanos de notable tamaño, sin explicación alguna, y sigue pendiente la creación de un cinturón verde en torno a la ciudad, con el Adaja limpio como punto de interés vital. Del mismo modo el vertido de residuales al cauce especialmente en la zona norte y embalse de las tormentas incluido, parece no tener solución ni planes de futuro para que algún día nuestros descendientes disfruten de un río recuperado y sin olor a cloaca desde San Segundo hasta Fuentes Claras y el reculaje de Las Cogotas también muchas veces putrefacto...

La ornitología es una afición creciente en nuestro país y por descontado también en Ávila. Diversos cursos, seminarios y eventos acercan a los abulenses al respeto y conocimiento de las aves, pero animar desde nuestros propios hogares a crear un respeto por los seres vivos que nos rodean, también es una labor muy importante que puede preservar el futuro no sólo de las lavanderas que aparecen por la ciudad en pleno invierno, sino de muchos otros seres vivos a los que apenas se les da importancia, en un mundo cada vez más digital, y que en ocasiones se aleja demasiado del real. :-(