En el día de ayer asistimos al acto de homenaje poético a Teresa de Ahumada que se celebró en Narros del Puerto por segundo año y en el que en esta ocasión su obra Las moradas, ha sido el eje vertebrador de las creaciones poéticas. "De lo profundo llega el tenue sonido / que una flauta -tallada en el junco / con que Teresa sus Moradas escribiera-, / exhala con su poder de amansamiento cauto / y su prodigio vivo de conciencia cierta." Con estos versos comenzaba mi contribución. Teresa ha sido motivo de inspiración mística, literaria, de vida… Una obra tan extensa, tan profunda, tan rica en todos los sentidos, unida a una vida heroica y libre, ha provocado gran amor y admiración hacia ella dentro y fuera de la fe católica.

Pero su veneración como santa no suele ir pareja a la lectura de su obra. Incluso, en su ciudad natal, es posible que muchos ciudadanos no puedan recordar título alguno de sus libros o que puedan evocar algún párrafo por ella escrito. Se ha convertido en un mito desconocido y útil. Hasta el punto de que en ocasiones su figura ha sido utilizada de manera espuria, como lo fue en el pasado siglo cuando los autores del golpe de estado contra la República la proclaman Santa de la Raza, o cuando Franco usa su mano como amuleto para ganar la guerra, o cuando la Sección Femenina la nombra su patrona, "ella que abominaba el matrimonio y que se pronunció en contra de las labores impuestas a las mujeres de entonces", en palabras de Paco Bezerra, el polémico autor de la obra teatral Muero porque no muero (La vida doble de Teresa).

Aproximadamente hace un año que saltó el escándalo con este monólogo teatral debido a que se canceló su estreno en Madrid. Reconozco que oír o leer entonces, en los medios, que era una obra en la que Teresa era prostituta y yonki me produjo resquemor y rechazo, hasta el punto de que me dije que estábamos ante otro uso espúreo de la Santa y no consideré legítima una propuesta aparentemente tan exabrupta y de la que una amiga me llegó a decir: "Ya está bien de que a las mujeres se nos trate como putas o como frígidas." A la cancelación de esta obra se fueron sucediendo otras cancelaciones desde equipos de gobierno en coalición entre derecha y extrema derecha. Como decía hace poco el escritor y presidente de la Asociación Colegial de Escritores de España, Manuel Rico: "En menos de seis meses hemos visto lo que no se había producido en 40 años." Pero esta censura afecta no solo a creadores actuales, sino que obras de Virginia Woolf, Lope de Vega o Miguel Hernández también lo han sido.

La obra de Bezerra fue galardonada con el Premio de Teatro Jardiel Poncela 2021, según el Jurado por: "Su originalidad a la hora de revisar y actualizar la imagen de la santa, además de dialogar sobre el arte y cómo se crean y utilizan los símbolos; un texto capaz de generar grandes imágenes y acciones." Tras haberse amputado el cuerpo de Teresa y repartido, tal como de hecho ocurrió, el autor imagina la resurrección de la Santa y que tiene que recuperar todas las partes de su cuerpo diseminado como reliquias por el mundo. Después, la misma Teresa cuenta su vida o cómo es juzgada por escribir un libro. Pero se encarna en situaciones que nos pueden resultar perturbadoras y ahí puede escocer. Como los textos de Teresa, que perturbaron a tantos en su época. No sé si alguno de los airados censores políticos actuales ha leído a Teresa y a Bezerra. El de Bezerra es un texto heterodoxo y poético y, como dijo Yves Bonnefoy, "La poesía es aquello que quiere liberar a los hombres de los prejuicios y quimeras que los empobrecen."