M. Rafael Sánchez

La mirada escrita

M. Rafael Sánchez


Las protectoras

04/02/2024

Se ha clausurado en Madrid la exposición Veneradas y temidas, en la que se ha explorado el poder femenino, tanto sagrado como laico, en los diversos pueblos y tiempos. Un poder mostrado a través de objetos sagrados y artísticos –sobre todo esculturas- y que ha ofrecido una nueva mirada al papel de estas diosas, que en numerosas ocasiones han sido solo interpretadas desde un punto de vista cultural occidental.
El culto a la diosa se ha dado desde la antigüedad hasta nuestros días en todas las culturas y en todos los territorios. Constituye la diosa un arquetipo primordial que ha ido tomando forma según lugar y época. Las diosas madre de la antigüedad fueron arquetipos de la creación, naturaleza, deseo, magia, justicia, compasión, salvación, protección… "Cuando los espíritus venían del cielo, / Dios escogió todas las cosas buenas; / también eligió a su protector, / y era una mujer." Este canto de los yorubas africanos nos expresa bien esa funcionalidad. La Virgen María, en sus múltiples advocaciones, va a sustituir a esas diosas madre y, al igual que ellas, también será arquetipo protector, como bien queda explicitado en las letanías que la invocan en el Rosoario. 
Posiblemente no haya localidad española que no tenga una virgen protectora, bien de la vida o ante la muerte, o protectora de los animales, las cosechas, las aguas… Desde la implantación del cristianismo, aquellas otroras diosas paganas tienen las advocaciones de las múltiples vírgenes –trasuntos de la Virgen María- tan difundidas por todo el orbe católico. En nuestra ciudad tenemos tres vírgenes de culto pretérito y que han cumplido esta misión protectora: la Virgen de Sonsoles, la de la Soterránea y la de las Vacas. Sus mismos nombres nos revelan esta ligazón con la vida y la naturaleza. De Sonsoles reza la tradicional leyenda su relación con el sol en cuanto el pastor del milagro relata que son soles lo que ve. Para el historiador Rodríguez Almeida su nombre vendría de Fons Solis, fuente del sol. En el lugar de su actual templo se habría ubicado un santuario pagano de advocación a alguna deidad protectora de las aguas. 
La Virgen de las Vacas también está situada al sur de la ciudad y tiene una advocación ligada a la protección del campo, pues no olvidemos que las tierras de cultivo en el entorno de Ávila se han situado allí y en la vega del Adaja. La veneración a la Virgen de la Soterranea lo es a una imagen conceptuada dentro del grupo de las llamadas vírgenes negras y cuyo origen se remonta a los cultos dados a las diosas madre paganas, cuales eran Cibeles, Isis, Kali, Inana, Lilit, Perséfone… La Soterránea va a ser virgen protectora, como su nombre indica, de lo subterráneo, del inframundo, del tránsito entre vida y muerte, como lo eran las diosas antes mencionadas. 
Todas las deidades femeninas abulenses son protectoras y en esa función son veneradas. Pero sin duda, quien ha pasado a ser la gran protectora de la ciudad es su Santa, Teresa de Jesús, una mujer que rompió estereotipos, conjugó espiritualidad con acción y mostró una valentía y determinación que fueron admirables para su época y que hoy sigue siendo ejemplo de ello. En todo el orbe. Teresa de Ávila ya es un arquetipo, un mito que será imperecedero, como lo es, por ejemplo, el mito de Antígona que, según Ernst Fischer: Es tan emotiva hoy como entonces y mientras existan humanos en el mundo nadie podrá permanecer insensible ante sus palabras: "He nacido para amar, no para odiar". 
Los mitos ayudan a dar cohesión a una sociedad y a tener unas señas de identidad compartidas. Mucho debe esta ciudad a sus mitos femeninos, a sus protectoras. Pero, ¿tanta honra hacia ellas ha supuesto que nuestra ciudad se haya destacado por el cuidado y respeto en igualdad hacia las mujeres?