Vicente García

El buitre de colores

Vicente García


El asno del cuadro a veces me sonríe

20/01/2021

NO estoy siempre de acuerdo con la premisa de que una imagen vale más que mil palabras, aunque en ocasiones sea verdad. Realmente creo que una buena lectura estimula la imaginación, aumenta el vocabulario y agiliza la mente transportándonos a otros mundos, a otras épocas o dimensiones distintas a la nuestra.
Pero en esta ocasión, la simple estampa de este burrito en acuarela actuó como un flash en mi memoria y rememoró tiempos pasados de mi niñez, cuando el profesor de literatura Jacinto Herrero leía en ocasiones capítulos de «Platero y Yo», o de «Alfanhuí». Su entonación y pasión por la lectura influyó mucho en mi, e imagino que en muchos de sus alumnos, y me animó a «devorar» libros, afición que hoy sigo conservando, probablemente gracias a su primigenia influencia.
La imagen mencionada también me ha recordado que esta especie, el burro, ha pasado en pocos años de ser un animal doméstico abundante y sometido a duros trabajos, a la vez que indispensable para moverse entre huertos y labranzas, usado para transportar aperos y sacos de cereales hacia los numerosos molinos harineros situados en las orillas de nuestros ríos principales, a ser una especie casi residual y bastante difícil de contemplar, salvo en contadas excepciones.
El burro, asno, jumento, pollino con diversos sinónimos más, ha pasado de ser el artífice de parte de la evolución de nuestra civilización, a convertirse en una especie casi residual y en peligro de extinción y posiblemente condenado a a formar parte de algún santuario protector o ejercer como ayudante en la terapia con animales ya que además de la cualidad de suaves, peludos y tranquilos, han demostrado ser dóciles, sociables y mucho más inteligentes de lo que la tradición les atribuye, algo que hemos podido comprobar en más de una marcha por la serranía, donde aún tenemos la suerte de poder contemplar algún ejemplar.  :-)