Gerardo L. Martín González

El cimorro

Gerardo L. Martín González


Desinventar

05/05/2021

No busquen esta palabra en el diccionario, porque no está. La oí por primera vez a uno de los directores de Atapuerca, no sé por qué motivo, el caso es que me impactó. Lo que está inventado, no tiene marcha atrás, ya no se puede desinventar; nos guste o no nos guste, ya no se puede ¿Cuántas cosas que conocemos, no nos hacen felices, ni aportan nada a nuestras vidas? ¿Cuántas cosas malignas y perniciosas que el mundo aceptó, no se pueden deshacer? ¿Cuántos inventos han hecho progresar a la humanidad? Puede ser posible adaptar los inventos, mejorarlos, transformarlos, que parezcan que son otra cosa distinta. Ejemplos. El hombre inventó la informática, internet, los móviles, la robótica, y con sus bondades y maldades, ya no tienen marcha atrás. Se descubrió el tabaco y las drogas, y por más que queramos, pese al daño que causan, no se pueden desinventar. Se inventaron las vacunas, y gracias a ellas pudimos atajar las grandes pandemias, y los negacionistas no las pueden desinventar. Hasta la palabra desinventar no se puede desinventar, ya existe, la reconozca la RAE o no.
En nuestro purismo semántico, la palabra desinventar está formada por el prefijo des-, que niega o invierte el significado de la palabra a la que precede, como des-crédito, des-piadado, des-conocer. Y la palabra inventar significa, hallar o descubrir algo nuevo o desconocido. Así pues, desinventar es negar lo inventado, mandarlo a la nebulosa mental de lo que aún no existe, lo que es imposible.
Sin embargo, he encontrado la palabra desinventar, utilizada en ciertos países iberoamericanos, pero con otro significado al que nosotros hemos dado, formada también por parte de dos palabras, des- de desastres, e inventar, parte de la palabra inventario, es decir, inventario de desastres. Al parecer todo surgió a finales del siglo XX cuando alguien se dio cuenta que en esa parte de América no se disponía de una información sistemática sobre los desastres naturales ocurridos, fuesen de pequeño, mediano o de gran impacto, por lo que un grupo de investigadores se unieron para formar la llamada Red de Estudios Sociales en Prevención de Desastres en América Latina (LA RED), que recogieron toda la información posible pasada, e hicieron una metodología desarrollada en un software denominado Sistema de Inventario de Desastres (DesInventar). Es una herramienta muy útil para prevenir o paliar las consecuencias de los desastres que allí se producen.
Siento cierta admiración por los pueblos hispanoamericanos, que heredaron la cultura española, y hoy día dan envidia de qué forma hablan y se expresan en español, que ya quisiéramos por estos lares. Es una delicia oírlos hablar tan bien, con sus giros y dejes propios. Son magníficos por su esfuerzo, pues a veces tienen escasos recursos para aprender, cuyos países o estados a los que pertenecen, están gobernados por personas que dejan mucho que desear, y tantos caciques que han marginado siempre a su pueblo. No tengamos una falsa idea de superioridad desde la postura de unos antiguos colonizadores, no son pueblos ignorantes, y entre ellos han salido muchos que han destacado en la esfera internacional. Por citar solo los que han recibido algún Premio Nobel, aunque hay muchos más con méritos suficientes no así reconocidos, tenemos en Literatura a Gabriela Mistral, Miguel Ángel Asturias, Pablo Neruda, García Márquez, Octavio Paz, Vargas Llosa; pero también en otros campos, como en Medicina, Houssay, Benacerraf, Milstein; o en Química, Federico Leloir, Mario J. Molina; y en premios de la Paz hay cinco. Y no nos podemos olvidar de nuestros Rubén Darío y Enrique Larreta; y ya para guinda, hasta un Papa Francisco que habla en español, antes que en inglés, que no domina, lo que podría demostrar que no es tan imprescindible hablar esta lengua para llegar a ser alguien importante, y que sean otros los que hagan esfuerzo en reconocer tu lengua; pero los ingleses, que nos venden tan bien casi todo, como las historias de su monarquía y sus boatos, son muy listos y han colonizado el mundo con su lengua; más los tontos pueden ser igual de tontos aunque sepan inglés. Que todos los citados hablen nuestro español, que también es suyo, tenía que ser un motivo de orgullo hispano, y sin embargo aquí, estamos con nuestros politiqueos de baja estofa, sin querer reconocer la grandeza de una España unida, con una lengua común que nos hermana con América, y que está en expansión. En nuestra querida patria estamos pasando por una época idiota, tratando de desinventar a un gran país y a su lengua común, queriendo sustituirla por otras, o por otros inventos lingüísticos que sueltan por su boca los políticos y sus seguidores, que no voy a repetir aquí, porque me da vergüenza que nuestros dirigentes intenten imponer un lenguaje pseudosexista que nada tiene que ver con la lengua española. Palabras se han inventado siempre, y ahí está la riqueza idiomática, aunque no se hayan hecho de uso ordinario, y la RAE que actúa de notario, no las incluyó en el diccionario, o bien introducidas, han caído en desuso. Luis de Góngora en su estilo culterano, decía: el amor es ficto, vaniloquo, pigro” ¿hay hoy alguien que repita estas palabras? Camilo José Cela, utilizaba términos más vulgares, pero que no son de uso corriente, como aquellas Izas, Rabizas y Colipoterras. Lo inventado, inventado está; de nosotros depende que divulguemos memeces o seamos sensatos. De la Historia ¿qué podíamos decir? Hitler, Stalin, Mussolini, Franco, igual que Nerón o Calígula, existieron, y nada, ni legalistas Memorias Históricas, pueden desinventarlos.