En El lunes dominguero,
de forma muy informal,
voy a resumiros hoy
lo que acaba de pasar
por Ávila y por España,
y en todo el mundo mundial.
El jueves, 4 de marzo,
justo antes de almorzar,
en Valdemoro (Madrid),
—cerca de Pinto, quizás—,
don Pedro, muy entrenado
en asuntos de pisar,
subió a una apisonadora
con muy grande habilidad.
A las afueras del pueblo,
tal acto tuvo lugar,
por eso, según mis datos,
nuestro Presidente está
“entre Pinto y Valdemoro”,
os lo puedo asegurar,
pues Pedro estuvo solito,
muy solito, qué crueldad,
que la cobra y bullying le hacen
los cuatro presis de atrás,
pues ninguno de los cuatro
quisiéronlo acompañar,
ni el Felipe, ni el Mariano,
ni el Pepeluis, ni el Aznar.
Con una apisonadora
se dispuso a pisotear
un montón de viejas armas
y aparatos de matar:
había pistolas, revólveres,
y un gigantesco arsenal
—que no sé cuántas serían,
pues no las pude contar—
de fusiles y escopetas,
y otras que no sé nombrar,
pues no las he utilizado
ni utilizaré jamás.
—Bueno, sí, un tirachinas,
cuando tenía corta edad—.
Eran las armas que usaron
los de ETA, GRAPO, y GAL…
—los que, con solo nombrarlos,
miedo y vergüenza me dan—.
Don Pedro Picapistolas
muchos lo van a llamar,
con respeto y sin malicia,
pues no para de picar;
pero yo así no lo llamo,
pues, si lo llamo, quizás,
don Pedro Pisapistolas
conmigo se enfadará.
Y habrá de seguir pasando
su rodillo, sin parar,
apoyado por Capillas
y por el otro Rufián,
mientras a Karl Pisdelmonte
le quitan la inmunidad.
Después de apisonar Pedro,
hasta la zona oriental
las dos reales infantas
se fueron a vacunar
y, a la vez, a ver al padre,
su Emérita Majestad.
No importa si le metieron
por delante o por detrás,
la vacuna de la Paifer
o las otras, ¡qué más da!
El caso es rizar el rizo
y no parar de enredar…
Y llegó el 8 de marzo,
esa fecha sin igual,
—a pesar de ser la fecha
que aboga por la igualdad—
que este año fue distinta,
pues prohibió La Autoridá
que salieran a la calle
las damas, a vocear
por sus derechos legítimos,
que es hora que les den ya.
Por culpa de la pandemia,
la cosa quedose en… ¡ná!
Yo me pregunto porqué
“pandemia” la llamarán,
si el Covid es masculino,
y no para de acosar.
Yo aquí “Pandemio” lo llamo,
en favor de la igual dá,
y a las mujeres me uno,
con mi solidaridad,
que el no salir a la calle
fue, sin duda, una putá…
En Castiella y en Llión
la cosa ya es más normal.
Don Igea, el sonriente,
sonriendo sin parar,
por una vez dijo, serio:
—La encerrona encierro ya:
¡Ya podéis ir a la tasca,
a la taberna y al bar,
“do” podéis tomar más vinos
que en las bodas de Caná!
Mientras, el Papa Francisco,
—o sea, Su Santidad—
salió de sus aposentos,
abandonó El Vaticán,
y se fue a dar un paseo
hasta las tierras de Irak
a abrazar al Al-Sistani,
que es el Gran Ayatolá.
¡Bien por el Papa Francisco!
¡Se merece un 10… ¡o más!
Ocurrieron más percances,
mas sitio no queda ya.
Mis lectores, ¡a sus órdenes!
Por aquí… ¡sin novedad!
Sumario:
Según los últimos datos,
nuestro Presidente está
“entre Pinto y Valdemoro”,
y pisando sin parar.