José Pulido

Contar hasta diez

José Pulido


Periodistas en campaña

29/04/2023

La semana pasada comenzó un ciclo organizado por la Asociación de Periodistas de Ávila y la Biblioteca Pública con el título de 'El Periodismo a través del Cine', que proyectará cuatro películas sobre el mundo del Periodismo hasta el próximo 1 de junio. Ya se ha pasado la primera y quedan todavía tres títulos por visionar. Estas proyecciones se completan con charlas de periodistas para hablar a los asistentes de distintos temas relacionados con su profesión: el trabajo informativo diario, la relación con los poderes políticos, el mundo de las revistas femeninas o la televisión.
Ha querido el azar que esta iniciativa, cuyos objetivos son únicamente culturales, coincida con una campaña electoral y no menor: las Elecciones Municipales y Autonómicas. Municipales sólo en Castilla y León, donde las Autonómicas se habían adelantado. Estamos a las puertas de una campaña –que concluirá el 28 de mayo– en la que los partidos y candidaturas que se presentan optan al gobierno de nuestros Ayuntamientos. No es una elección menor, decía, porque el veredicto de las urnas determinará quienes serán los responsables de la gestión de los problemas y necesidades de los ciudadanos, de los más cercanos, los de su pueblo o su ciudad.
En esta campaña y, desde hace mucho tiempo ya, venimos hablando de posibles y definitivos candidatos, de propuestas y programas electorales, de resultados y de alianzas. Analizamos las preferencias de los votantes… hablamos de muchos temas, importantes en verdad, pero en este artículo, quiero referirme a un componente necesario en la ecuación electoral como son los periodistas, los informadores que cumplen el papel de mensajeros, intermediarios o cauce de comunicación entre los políticos y los ciudadanos. 
Este olvido no es necesariamente malo. No son los periodistas protagonistas de nada en una campaña electoral, que debe tener a los ciudadanos como principal objetivo, y también a los políticos que les piden el voto. Pero su trabajo sí es necesario,  y útil si se ejerce con eficacia. Todos salimos ganando si disponemos de una información lo más amplia, contrastada y honesta posible. Tomaremos decisiones más acertadas, o al menos con más elementos de juicio. 
Es un trabajo que exige mucha dedicación, que no conoce horarios de oficina y no siempre encuentra facilidades para llevarse a cabo. No son héroes de película, sino personas que sirven diariamente a la sociedad haciendo posible el derecho constitucional a la información. Cada vez que abrimos un periódico, sintonizamos una emisora de radio o de televisión o entramos en los medios digitales, nos beneficiamos de su esfuerzo. Merecen que se les faciliten las cosas, se les tenga en consideración cuando cumplen con la diaria tarea de recoger las noticias para luego contarlas. Y eso no siempre ocurre.
Atravesamos tiempos difíciles para la profesión. Los periodistas de verdad, los que están al pie de la noticia y no en tertulias frívolas o programas de celebridades, no gozan de buena prensa, no saben venderse bien. A veces se equivocan, y también sirven de chivo expiatorio para disimular errores ajenos. Ya se sabe… el periodista no entendió bien lo que se le dijo. Pero no son monstruos del mal, mentirosos compulsivos, buitres en busca de carnaza, no son los culpables de tantas cosas que nos enfadan o nos ofenden. Son simplemente mensajeros. Quienes propagan noticias falsas, transmiten bulos por la red o difunden rumores malévolos que nada tienen que ver con la verdad no pertenecen casi nunca a este gremio, sino que se benefician de la libertad de información que los periodistas tratan de ejercer honestamente.
Pido comprensión y respeto para el informador que estos días, en nuestros pueblos y ciudades, añade la intensidad, las horas y los nervios de la campaña a una agenda de trabajo ya bastante cargada de por sí. Porque no es ninguna estrella, no cobra sueldos astronómicos –ya quisiéramos– y no suele ser tan bien parecido como en las películas. No saldrá en la foto de los vencedores. Por el contrario se parece mucho a nuestras amigas y amigos, nuestros parientes, nuestros vecinos. Es una persona normal y un factor necesario para la ecuación de la libertad que informa a nuestra democracia.