Gabriela Torregrosa Benavent

Cosas veredes

Gabriela Torregrosa Benavent


Una desaparición mística

22/01/2024

Ya se han cumplido cuatro años de ese absurdo día en que el Centro Internacional del Misticismo (sí, el del Paseo del Rastro) cerró sus puertas para siempre. Sin razón clara, más allá del desinterés, el hastío y la incomprensión de quienes con nocturnidad apretaron el botón rojo. Tras los pertinentes reproches políticos que cayeron en saco roto y los periódicos anuncios de reapertura del gobierno local que siempre sonaban vacíos y faltos de convicción, al final todo acabó en lo que algunos ya nos temíamos: en rien de rien. Un recurso menos, otro portazo en las narices. Menos trabajo serio y más tiempo libre de los munícipes para dedicarlo a la pandereta.
Las explicaciones del cierre que se dieron entonces fueron dignas de los mejores guiones de Gila. Que los trabajadores tenían contratos temporales, no fijos. La lógica entonces habría sido consolidarlos, pero ¡qué va!, al clausurar el lugar, no hubo puesto de trabajo para nadie, ni temporal, ni fijo, ni de ningún tipo. También se dijo que el estado del edificio requería un mantenimiento y se asignaron año tras año partidas en el (tan célebre ahora) presupuesto municipal, para unas obras que nunca llegaron. El sentido común dictando mientras tanto que, cuanto más tiempo pasa un inmueble sin usarse, más se aja y más se necesita gastar después para abrirlo, pero ¡ay, qué pereza!...
Tenía sentido contar con un Centro del Misticismo en Ávila. No lo tendría igual si hubiera sido un centro para la práctica del windsurf o para promocionar el estudio de las lenguas del lejano Oriente. Pero Misticismo y Ávila son dos conceptos que llevan unidos muchos siglos. No solo la mística cristiana (con nombres entre los más señeros de todos los tiempos, como Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz o San Pedro de Alcántara), sino también de otras místicas como la judía de Mosé de León o la musulmana del Mancebo de Arévalo. En ese ámbito, Ávila es una potencia mundial sin parangón. Cómo se frotarían las manos otros en nuestro caso, cómo correrían a solicitar fondos europeos con proyectos estratégicos y bien trabajados.
Cierto es que en nuestra ciudad existe una maravillosa Universidad de la Mística, el CITES. Pero su vinculación con la Iglesia Católica dejaba espacio para un enfoque más interconfesional del Centro del Misticismo municipal, y ambos habían convivido décadas en una relación fructífera de complemento mutuo. No es de recibo que una Administración se escude en que ya existe iniciativa privada para escurrir el bulto de lo que debe hacer por sí misma.
Cuando veo el recurso turístico y cultural que suponen la mística y la religión en tantos lugares (conozco bien Lisieux, Lourdes y Fátima), pienso en el largo camino que Ávila aún tiene por delante en este sentido. No vale de nada escuchar las astronómicas cifras pregonadas por el Mercado Chico sobre visitantes atraídos por el jubileo teresiano, cuando no vemos ni transformación de la ciudad de la mano de ellas, ni implicación del equipo de gobierno, que va a remolque de los acontecimientos con una actitud conformista y cero ambiciosa, ausente cualquier atisbo de planificación. Son frías estadísticas que, sin traslado tangible e incontestable a la vida real, de poco sirven. Mientras tanto, el edificio cerrado del Centro del Misticismo se deteriora día tras día.