Gabriela Torregrosa Benavent

Cosas veredes

Gabriela Torregrosa Benavent


El contador a cero

18/03/2024

El derrumbe de un edificio ruinoso en Las Vacas en fechas recientes es un síntoma más que elocuente de ello: nuestra ciudad adolece de políticos locales enredados entre sí en un bucle que no nos deja avanzar. Puede parecer hasta jocoso, pero sus consecuencias resultan trágicas.
Si, por ejemplo, en sede municipal unos alegan, como es su obligación, lo que está a la vista de todos, que es preciso actuar de inmediato sobre los edificios que amenazan desplome, la reacción que provocan es indefectiblemente esta: los otros espetan a derecha que haberlo hecho ellos en 28 años, o a izquierda que no haber estado aburguesados en la cómoda postura de oposición cuatro décadas, así que nanay. Una exhibición ante la prensa con un par de ytúmases, quizá acompañados de un titular ingenioso, una portada vergonzosa del periódico del año de Maricastaña, o una alusión a la incongruencia de cierta política autonómica o nacional del partido del proponente, y todos tan felices. Como mucho, quien tiene el poder decisorio pasa la pelota a los técnicos, escudándose en si estos han dicho tal o cual cosa, y olvidando por completo la existencia de la labor de gestión política, coordinación y dirección, y hale, el político a vivir, que son dos días. Pues para eso, que nos gobiernen los técnicos, no necesitamos costear políticos que bien caros nos salen. Mientras tanto, después de tanto giro estéril que nos hace volver al punto de partida, se nos siguen cayendo los edificios y, al que le han aplastado el coche allí aparcado, no le consuela que uno que lleva gobernando 5 años le dé la peregrina excusa de que no ha hecho nada porque no gobernó los 28 anteriores.
Vivir encerrado en el argumento vacuo puede servir para llegar a fin de mes y cobrar la calentita nómina por representar a los vecinos desde la poltrona, pero a los ciudadanos eso no les vale. La pasada legislatura, un grupo de la oposición presentó en el Pleno Municipal, tras haberse producido varios desplomes recientes de inmuebles, una moción con el ánimo de actuar ante esta situación. Sin duda, se trata de un asunto de ciudad, que preocupa de manera general, sin mirar colores. Fue rechazado con la mayoría del equipo de Gobierno, con la madura base de que lo ha presentado el rival. Ni negociación, ni transacción, solo carpetazo e inacción. Pero como no alcanzan a tres docenas los espectadores presenciales y telemáticos del Pleno mensual, el escandaloso boicoteo no llega al común de los mortales en la calle. Y mucho tiempo después, aquí seguimos inmutables, como si jugásemos eternamente al escondite inglés, y cada vez más lejos de la convergencia.
Me pregunto cuándo -y si- llegará el día en que esta ciudad ponga el contador a cero. Cuándo se recapacitará que, mientras lo único que se esparzan sean culpas pretéritas, mientras se trabaje desunidos y sin incorporar propuestas de unos y otros, solo en plan rodillos van y vienen, nos comerán los acontecimientos, sin que valga parapetarse en evocar el pasado como única y cansina justificación. Cuándo se dignarán a hacer borrón y cuenta nueva, a construir juntos lo mucho que necesitamos y aún nos falta para lograr un mínimo progreso. No hay ni habrá visos de prosperar si no somos capaces del más elemental entendimiento. Sí, ese que a día de hoy ni siquiera asoma por lontananza.
 

ARCHIVADO EN: Ávila, Política