Pilar Iglesias

Pilar y sus cosas

Pilar Iglesias


Leer. Secretos. Y un banco

05/02/2024

Ya es febrero. Hace un calor extraño y los lugares tienen un ambiente enrarecido. Quizá sea yo la que esté diferente. No tengo algo que tenía pero tendré algo que vendrá. Estoy entre paréntesis. Con el piloto automático y sin estar centrada, pero con las cosas muy claras. He abierto por fin una cuenta en Goodreads, igual que en FilmAffinity en su día, para llevar una lista más o menos exacta de mis excesos. Estoy con varios a la vez, ya me conoces, no puedes ser uno solo porque solo uno no tiene todo lo que mi cabeza ansía. Pero te cuento sobre la primera novela de Tellier, el autor de aquel libro que te recomendé mucho y que ya dejé en manos de los hados para que se adapte al cine, La anomalía. Pues ahora estoy con No hablemos más de amor, un libro que, precisamente, trata de historias de amor cruzadas, unas más profundas, otras más acostumbradas. Queda poco para acabar, pero como cuando queda poco de ese plato delicioso que estás comiendo y partes los trocitos más pequeños para que no se acabe, así estoy. 
Y estaba sentada en mi banco favorito de uno de los lugares que me ha visto crecer. Y dejé a los amantes amarse para ensimismarme en mi adolescencia, en mis años rebeldes, en mis momentos perrunos y ahora, con la templanza que da la edad, mirar a sus gentes pasear como cuando yo era sus gentes. Y ahí, quieta, pensé en Elvira Lindo y uno de sus libros que tengo en la nevera, hasta que pueda volver a volar hacia mi isla neoyorquina favorita. Y pensé que tenía que contarte cuáles son mis lugares que no quiero compartir con nadie de nuestra ciudad. Porque estaba sentada precisamente en uno. Uno que puede que pase desapercibido para la mayoría y que incluso puedas pensar cómo se le ha ocurrido a alguien poner un banco en esa encrucijada. Pero creo que es el sitio perfecto. En verano, cuando bajamos a la pista a patinar o montar en bici, descansamos ahí, es el sitio más fresco, corre la brisa que no tenemos de mar. En invierno, el sol se cuela tímido al atardecer entre las hojas, los dueños de perros se juntan al fondo en un lugar que ya hubiera querido yo hace 14 años, y los padres esperan a la salida de los deportes a los que sus hijos entrenan. 
He vivido mil cosas aquí. Recuerdo las conversaciones nocturnas y escuchar el canto de los pájaros al amanecer. Conocer a mucha gente de paso y pasar el lado de otra tanta que no sé si me recordarán. He celebrado cumpleaños de lo más variopintos y he lanzado miradas furtivas a aquello que no podía tener. He estudiado política cuando el agobio y la incomprensión eran inaguantables y su murmullo me ayudó a superarlo. He estado sola rodeada de mucha gente y acompañada estando sola pensando. He visto cambiar tanto sus accesorios que ya casi ni recordaba la pista de skate en la que veía hacer piruetas asombrosas. 
Ahora estamos creando nuevos recuerdos. 
San Antonio siempre será mío.