José Ignacio Dávila

Pensando

José Ignacio Dávila


Crónicas

07/04/2022

En una sociedad democrática, toda la Nación se refleja en el cumplimiento de las normas que desarrollan nuestra soberanía y garantizan el espacio de libertades que nos pertenece a los ciudadanos, en vida en libertad, con el respeto y defensa de nuestros principios y valores constitucionales. Esta opción política y constitucional nos diferencia de los regímenes totalitarios de todo tipo, tan reales como enmascarados, condenados ya por las naciones libres. La guerra contra la libertad de los pueblos, contra su cultura y su historia; contra la vida de todo ser humano desde su inicio hasta su final natural, nos enseña que la paz entre las naciones soberanas debe ser siempre protegida y defendida, en lecciones aprendidas en crónicas inolvidables, como las de la Nación Ucraniana.
En una sociedad avanzada se justifica el trabajo de la acción política cuando se refleja en una sociedad de todos para todos, se respetan los espacios de libertades, patrimonio de la ciudadanía real, y que nos identifica con nuestra cultura: española, europea, y nos entrega nuestro espacio real de la civilización occidental, de nuestra soberanía en la historia nacional, europea, y de nuestras crónicas. 
La realidad nos enseña la importancia de la acción política decente, para evitar que los espacios definidos en las declaraciones de derechos de los ciudadanos sean nuestra propiedad y realidad, sin que sean robadas a los ciudadanos: a) ningún dictador totalitario puede triunfar sobre la sangre, horror y esclavitud de las naciones libres y soberanas en su territorio nacional; b) ningún dictador tiene derecho a condenar la cultura de ninguna Nación, porque es la mayor riqueza personal y colectiva, la educación y las crónicas que permanecen, y siguen siendo el patrimonio real de generación tras generación; c) ninguna ideología totalitaria puede tener presencia en una sociedad libre y respetuosa con la dignidad de la persona; d) ninguna organización autoritaria tiene derecho a enviar a la hoguera toda acción política que se distinga por su trabajo en favor de la convivencia, ni humillar el respeto de la fraternidad y la solidaridad entre los pueblos y naciones libres, en su derecho de ser parte de la historia de nuestra civilización y cultura; e) sumen su colaboración. 
Los valores y principios amparados por la Constitución de cada nación europea: de nuestra cultura occidental, son patrimonio común de la humanidad y comunidad real de naciones libres, de cada Patria en la vida solidaria de todos para todos, si queremos que las cosas funcionen bien en las crónicas de casa y en la formación común del patrimonio cultural. La Soberanía no es negociable; su dimensión personal y real no pueden caer en manos de los irresponsables dictadores de siempre, que esperan su momento para alcanzar su espacio de poder e imponer su única guía política, su borrador de la historia para censurar y delimitar, con precisión, cuál es el único espacio de libertades y derechos decididos para los ciudadanos que dejarán de serlo con el olvido de las crónicas personales y familiares. 
La fuerza de la Constitución en un estado Social y Democrático de Derecho es la mejor defensa para seguir siendo ciudadanos soberanos en la propia Nación, que lo somos y no seres anónimos; debemos ser conscientes de este patrimonio personal, nacional e inembargable. No podemos olvidar el estudio de nuestra Historia vivida y por vivir en la Historia de las naciones europeas. En las redes se pueden leer crónicas de las lecciones aprendidas: la condena de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, de los Regímenes totalitarios, Resolución 1481 / 2006 de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, 25 de enero de 2006; la "Memoria histórica": Resolución sobre la importancia de la memoria histórica europea para el futuro de Europa, del Parlamento Europeo (19/09/2019), condena de los crímenes cometidos por los regímenes nazi y estalinista a lo largo del siglo XX e insta a los Estados miembros:  a hacer frente a las organizaciones que difunden discursos de incitación al odio y a la violencia. 
La violencia sigue dando vueltas en la historia, en crónicas de guerra que vuelven a ensangrentar nuestra dimensión Europa: en la real invasión de la casa común europea, nuestro espacio natural de cultura occidental. Las imágenes no mienten, ni en el lugar ni en la fecha, en la vida y libertad atacadas de una Nación de las nuestras. No se pueden borrar el horror ni el terror en las vidas de hombres, mujeres, hijos, en familia de todos, de Nación con las Naciones de nuestra civilización y cultura.