Sara Escudero

Desde la muralla

Sara Escudero


¿Qué número juegas hoy?

09/04/2021

Los días de lotería siempre pienso que saldré botella de sidra en mano a descorcharla en algún lugar. Me imagino al señor vestido de negro con poco pelo y su música de fondo. Me imagino aquél bar donde todas las personas celebraban algún premio, menos una, que finalmente tuvo su décimo gracias al camarero Antonio y aquél polémico café de 21 euros.
Lo imagino, pero supongo que jamás me pasará, porque soy de comprar poca lotería. No es que no crea en la suerte, la verdad. Es falta de costumbre porque jugarse todo al 13 estaba en el ADN. Tal vez sea la baja probabilidad, por ese mínimo 5% de posibilidades de ganar algún premio y un 0,00001% de que te toque el Gordo. Total, si juegas y piensas en ese %, te darás cuenta de que hemos tirado el dinero por no dedicarle más tiempo de nuestra vida a la estadística. Algún decimo compartido, la venta de patrocinio de viajes de estudiantes y el Sorteo del Oro de la Cruz Roja son mi único HABER anual. En la columna del DEBE, el resto. Eso sí, lo de ir como flotando en una película de blanco y negro, con la banda sonora original, el «calvo de la lotería» y con un pompero lleno, creando delicadas burbujas de jabón si entra dentro del algoritmo. A fin de cuentas, crear las burbujas de jabón es otra manera de crear belleza, entornos mágicos que corresponden a diferentes longitudes de onda de la luz, y la simple maravilla de crearlas, es solo comparable, con la sensación de ser agraciada por la lotería de Navidad.
Al no saberme millonaria por el juego, me consuela refranes de «Afortunado en el juego, desgraciado en amores» «más vale pájaro en mano que ciento volando» o «A quien madruga Dios le ayuda» (el último no va relacionado con el juego, pero me consuela saber que madrugar sirve de algo). A fin de cuentas, ese día solo hay dos opciones en las que siempre se gana (como en las elecciones escuches a quién escuches): o sale el número muy repartido, que es siempre un consuelo, o te toca salud para tapar unos agujeros.
La salud, celebrada de manera popular cada 22 de diciembre, está siendo en estos meses la mejor lotería que solo tiene de rival a la preciada vacuna que aún está muy repartida entre las personas agraciadas y afortunadas. 
Esta semana de abril, ha sido oficialmente, el día mundial de la salud, el «Sana sana colita de rana si no sana hoy sanará mañana» cobra la dimensión de saber que nada sanará hasta que estemos TODAS LAS PERSONAS vacunadas y para eso creo que aún falta un poquito más. La salud, un derecho humano fundamental para todas las personas, que se traduce en el acceso a los servicios sanitarios que sean necesarios, cuando y donde se necesites, independientemente de tu situación financiera y ubicación dentro de la aldea global. 
La salud también se ve condicionada por otros derechos humanos fundamentales, como el acceso al agua potable, el saneamiento, la proporción de la higiene, una alimentación saludable, vivienda digna, educación y condiciones de trabajo estables. Quizá si algo hemos aprendido en estos meses es que hay enfermedades que no distinguen entre ricos y pobres, que no saben de mapas y que hacen pensar en la fragilidad más allá de las fronteras. Otro mes de abril robado, ¿Cómo pudo sucederme a mí? Que diría Sabina. Aunque esta vez, y sin que sirva de precedente, nos está sucediendo a todos y ya vamos a por el «y pico» que acompaña al año, y lo que te rondaré morena.
En este año robado de días, sueños, viajes y abrazos esperados, pensar en la lotería es pensar en la salud. Quizá el pobre calvo de la lotería solo quiso enseñarnos que la magia era vivir cada 22 de diciembre como cualquier otro día, que la salud era lo principal y que la vida es el verdadero juego en el que ganamos mientras tengamos la suerte de mantenernos con vida.
Llora abril en mi ventana, con sus gotas llamando por el cristal. Gime abril en mi balcón esperando otra oportunidad. Ríe, lamenta, grita en truenos y rayos que inician una explosión primaveral. Solloza en la vidriera, me llama de nuevo por el cristal. Caen las gotas, escurridizas y transparentes con su mensaje de humildad. Suspira abril al terminar el manantial, llenando de aire caliente el ventanuco cubriendo de opacidad, la pequeña conexión con el mundo exterior. Lagrimea la primavera, a veces vencida, por el incansable arco iris, navegando con sus colores humanidad. Lamenta el mes de abril tantas gotas de incomprensión y horas de incertidumbre. Llora abril en mi ventana, la plañidera y sollozante primavera, una tarde más.