Sara Escudero

Desde la muralla

Sara Escudero


Dos años de historias

20/02/2024

Suenan las sirenas una noche más. Casi como cada día, aunque para el otro lado de la frontera ya no sea ni noticia ni novedad. Dos años de sirenas, huidas, misiles y drones. Dos años en los que seis millones de personas han salido de Ucrania intentando construir una nueva vida en Europa (casi un millón registrados en Polonia). Dos años llenos de muertos, de ataques, de punto y final para miles de personas.

Suenan las sirenas una noche más. Como si la vida no importara. Como si un trozo de tierra costara más que los cientos de personas que en ella viven. Una noche más y ya van demasiadas, a punto de pasar página en el calendario y ser testigos del segundo aniversario de la invasión de Ucrania, triste efeméride para el día 24 de febrero.

Dos años de crisis económica a ambos lados del charco, en los dos hemisferios, como si lo transversal o longitudinal pudieran no hacerse eco de la crisis, sobre las ya existentes de la inflación y la recuperación tras la pandemia. Versión 3.0 de la crisis mundial, donde no solo juega el factor guerra, sino la falta de humanidad, dignidad y valores. No quiero ni pensar lo que puede significar instalar la versión premium de este difícil momento histórico que nos ha tocado vivir. Testigos con voz y voto donde solo la historia, nos juzgará por cobardes, mediocres y pusilánimes.

No mirar a los conflictos por desgaste, por desgana o simplemente porque la vista no va más allá de nuestros ombligos, tiene más repercusiones de las que nos imaginamos. Frontera con Europa, es posiblemente uno de los conflictos más cercanos que el viejo continente puede tener en sus fronteras exteriores. Sin olvidar las llegadas masivas de otros continentes y las nuevas (no tan nuevas) crisis en el cada vez más cercano oriente.  Mirar a otro lado, porque ya estamos cansados del tema, no nos exime de culpa, ni tan siquiera nos pone a salvo. Como no lo están los cientos de personas que siguen viviendo en lo que puede llamarse casa, en la nueva reconstrucción de lo que un día fue HOGAR.

Suenan las sirenas una noche más. Como si ya no hubieran sonado suficiente. Como si la resiliencia estuviera, aún, en periodo de prueba antes de firmar un contrato indefinido. Tan permanente como inestable. Tan frágil como la loza de porcelana quebrada tras el último ataque. Estancada. Como si esta carrera de fondo no tuviera línea de meta y corriéramos sin rumbo fijo.

Y entre medias: la vida. La que nos deja momentos, bodas, bautizos, noviazgos. Historias de superación, cruce de fronteras, aprendizaje de idiomas y nuevos trabajos emprendidos. La vida, que nos lleva y nos trae como marionetas que otros dirigen, en una obra de teatro de terror, aunque a veces parezca de ficción. La vida, la de muchas personas que difícilmente contienen las lágrimas al escuchar una canción tradicional en su idioma materno, que se emocionan al volver la vista atrás, que sonríen porque es la única curva que podemos superar por nosotros mismos. La vida, la que nos pone y nos quita. La que hoy nos hace despertar de un sueño, para ser de nuevo conscientes, de la pesadilla de otros.

Dos años para la historia, llenos de sufrimiento, desvelos, recuerdos, de futuro incierto. Dos años para la historia, llenos de historias, que no debemos olvidar.