Fernando R. Piñero

Blanco sobre blanco

Fernando R. Piñero


Letargo cultural

08/07/2023

Hace unos días, movidos más por la más absoluta falta de educación que por la propia ignorancia, una pareja de turistas decidió dejar grabados sus nombres en uno de los muros de ladrillo del Coliseo de Roma. Ante las críticas recibidas y la amenaza de verse castigados, adujeron que desconocían la antigüedad del monumento y pidieron disculpas públicamente, avasallados por la opinión pública y arrinconados por su propia vergüenza.
De acuerdo con los últimos datos ofrecidos por el Ministerio de Cultura, poco más del 12% de los turistas que visitan nuestro país lo hacen por motivos exclusivamente culturales, atraídos por la riqueza histórica y artística de los monumentos y las colecciones que se encuentran repartidos por todo el territorio. La Alhambra de Granada es el enclave monumental más visitado de España, seguido de la Basílica de la Sagrada Familia en Barcelona y de la Mezquita de Córdoba. En el quinto puesto se encuentra la Catedral de Burgos y en el sexto el Alcázar de Segovia, mientras que las murallas, símbolo indiscutible de la ciudad de Ávila, no se encuentran entre los veinte primeros. Sin embargo, en el apartado turístico de nuestra ciudad, se trata del monumento más visitado, seguido de la Catedral, del Palacio de Polentinos y del Museo de Ávila. El visitante, atraído por el atractivo de la piedra románica y del amplio perímetro visitable de su adarve, llega a Ávila con la idea firme de pasear por la que se ha convertido en su bandera más universal.
No obstante, parece como si la oferta turística y cultural de nuestra ciudad se hallara estancada ante la evidencia de unos datos constantes y equivalentes a los de años anteriores. Los visitantes que deciden pernoctar en algunos de los hoteles lo hacen de media un día y medio, lo que refleja que la mayoría de las visitas se realizan los fines de semana. La mayor parte de ellos, además de realizar la correspondiente visita a la muralla, se deciden a visitar la Catedral, el segundo monumento de la ciudad, que además ha logrado convertirse en el museo más visitado. No obstante la indiscutible importancia de su arquitectura y de todos y cada uno de los bienes que atesora, queda clara la urgencia en la necesidad de adaptar su museo a las necesidades y demandas actuales. De nada sirve quedar anclado en el pensamiento, por otro lado acertado, de que el visitante acudirá a la Catedral en cualquier circunstancia. Se debe abogar por convertirla en un espacio de referencia cultural y patrimonial, no solo para el forastero, sino también para todos aquellos abulenses que desconocen el alcance de las riquezas que se conservan en el primer templo de la ciudad. Y todo ello pasa por modernizar su museografía y hacerla más atractiva y presentable, actualizando su catálogo y ofreciendo algo más que una experiencia de realidad virtual.
Los museos constituyen una asignatura pendiente en Ávila. Y no solo por el hecho evidente de los retrasos acumulados en la cada vez más utópica elección del Palacio de los Águila como una de las sedes del programa "Prado Disperso" del Museo del Prado, sino por el poco interés aparente de transformar la ciudad en un repositorio cultural más allá de las jornadas medievales y de la figura de Santa Teresa. Desde su inauguración, el Museo Caprotti no ha renovado su colección ni ha apostado por la celebración de alguna muestra que ponga en valor la obra del pintor italiano o la relación existente entre algunos de los maestros de su generación con la ciudad. Ávila ha quedado fuera también de la celebración del Año Sorolla, cuando el número de obras que el pintor valenciano pintó en sus diversas estancias en la ciudad es notable. Pocos sabrán que en pleno Manhattan se custodia un magnífico y personal retrato de las murallas y de la fuente del Pradillo. Tampoco nada se sabe acerca del paradero del homenaje que Ávila todavía debe a Beruete, López Mezquita, Benjamín Palencia o Chicharro. El Museo Provincial, por su parte, vive todavía anclado en la esperanza de un traslado que parece nunca alcanzar su materialización definitiva.
A la espera de tiempos mejores, Ávila aguarda en su letargo, sumida en la única referencia posible de la piedra, el misticismo, las yemas y la carne con denominación de origen.