Chema Sánchez

En corto y por derecho

Chema Sánchez


Algo está cambiando

04/11/2023

Sigo dándole vueltas a algo que viví esta semana, y que ya contó desde su óptica, con mayor tino que lo que puedan aportar estas líneas, el bueno de José Manuel Maíz. Hablo, sí, de la jornada empresarial organizada por Diario de Ávila e Iberaval el pasado martes. Decía William Faulkner que para ser grande hace falta un 99 por ciento de talento, un 99 por ciento de disciplina y un 99 por ciento de trabajo. Lo que vi y escuché sobre el tablao el día 31, donde estuvieron presentes tres empresas de la provincia –dos capitalinas, el franquiciado Sibuya del bueno de Juanpa; Nagami, con Miguel Ángel dando la cara, y Cristina de Morcillas Sotillo–, francamente me sorprendió. Para bien. Muchísimo. La conclusión ya madurada a la que llego es que ha habido un cambio generacional clarísimo y, frente a esa capa de pesimismo y conformidad en la que durante tantos años hemos parecido emborrachados en esta tierra, casi como si fuera una marca registrada. Hay un giro de guión, porque ese malestar latente no nos llevaba muy lejos. Por fin nos hemos dado cuenta, incluso quien esto escribe. En parte, ese viraje se debe a una altura de miras, a haber dejado atrás cuatro paredes, o los cuatro lienzos, como queramos, y a una preparación brindada por un esforzado grupo poblacional que nos precedió: nuestros padres, a mi modesto entender, bastante más sacrificados, por lo general, que nosotros. El martes pude testar otro enfoque vital y emprendedor. Diferente. Con franqueza: más inteligente. Que faltan recursos, pues sí, es obvio. Que nuestra gran batalla debe seguir siendo que se nos vea y no nos consideren un territorio de tercera, más aún con la que está cayendo, en la que los que llevaban la igualdad por bandera ahora retuercen hasta ahogar la Constitución que nos ha dado el mayor periodo de prosperidad que ha tenido este país… ¡Ver para creer! No tiene pase que, como decía uno de los ponentes, viajar a Madrid en tren sea más lento que hace años, porque tratan de dejar morir la infraestructura… Pero, dicho esto, lo que sí palpamos todos los que dejamos los bollos sobre la mesa es que en Ávila hay otros aires, más allá del frío y el viento que nos ha caído a plomo en los últimos días que, por otro lado, responde a las páginas del calendario. La parte reivindicativa es como un anejo al DNI de los abulenses, aunque parece que sintonicemos otras frecuencias respecto al resto de España. Y en muchas ocasiones hemos tenido la sensación de que ese espíritu combativo no se ha valorado en su justa medida. Si eres sumiso, vas bien; si te quejas, ya estás señalado. Podríamos establecernos como satélite de Madrid para innumerables cuestiones que a un servidor se le ocurren, y aquéllas ayudarían a repoblar un territorio que año tras año va levemente desangrándose y que, como comentó más de uno allí, es una plaza excelente para vivir. Por muchas razones. Como también se indicó que muchos cogen la maleta con la idea de vivir mejor en la capital de España y alrededores, y al tiempo regresan, no con el rabo entre las piernas, porque todos tenemos derecho a equivocarnos –siempre que no perjudiquemos al resto–, sino con una enseñanza vital de altura. Como la que un servidor plegó el otro día en los Sofraga. La pura inercia –las cosas como son– también nos ha ido llevando a un mundo en el que lo que antes eran nuevas tecnologías y hoy ya está presente en casi todos los rincones y procesos esenciales de nuestra vida, ya permite hacer bastantes de las cosas que antes nos llevaban enorme esfuerzo, tiempo y dinero. ¡Aprovechémoslo! A esa mayor automatización se suma el que en Ávila la vivienda resulta, como veíamos en un informe también de esta misma semana, muchísimo más económica que a 100 kilómetros al este, lo que en múltiples casos permite a los compradores pagar a tocateja. Son múltiples los pasos que se han ido dando, pero también voluminosas las carencias que no se subsanan, como las oportunidades que siguen ahí, como comentaba Juan Pablo en una de sus intervenciones. La cuestión reside en localizarlas, en echar tiempo y recursos, porque todos ellos se multiplicarán por empleo y riqueza. Saber vender todo lo que ya existe… y lo que puede haber. Cantaban Guns N' Roses hace más de tres décadas, en una de sus baladas más icónicas, aquello de «algo está cambiando dentro de ti, y no lo sabes». Yo no lo sabía. Ahora, sí. Y no te puedes hacer una idea de cómo me alegra. Ya me entienden.