Francisco Muro de Iscar

MUY PERSONAL

Francisco Muro de Iscar

Periodista


La agonía de la democracia

21/08/2023

Recuerda Jaume González-Agapito que se cumplen 100 años de "La agonía del cristianismo" --otro gran tema para este tiempo-- del vascuence Miguel de Unamuno y aprovecha para explicar que agonía, en griego, significa lucha, combate y no lo que habitualmente creemos. Para casi todos los partidos y para todos los líderes estos son tiempos agónicos, pero para algunos, especialmente para Sánchez o Feijóo, son también tiempos de agonía, sobre todo en los sentidos que le da el diccionario de la RAE: "1. Angustia y congoja del moribundo; estado que precede a la muerte. 2. Pena o aflicción extremada. 3. Angustia o congoja provocada por conflictos espirituales. 4. Ansia o deseo vehemente" y sólo en quinto lugar "lucha, contienda". Cada uno puede elegir lo que define hoy a Sánchez, Feijóo, Puigdemont y a todos los que se juegan algo más que una posibilidad de gobernar.

Si Pedro Sánchez sigue siendo el político sin escrúpulos que conocemos, dispuesto a alterar el marco constitucional --"Sánchez asume que debe buscar un 'alivio penal' al procés", titula uno de los periódicos que le defiende sin límites-- y el PSOE prefiere el poder a la Constitución y cavar trincheras a la moderación, la agonía puede ser de una gran mayoría de los ciudadanos españoles que no votaron por los extremos sino por un gobierno que no dependiera ni de Vox ni de Puigdemont. Si Pedro Sánchez acepta borrar los delitos del procès y una amnistía "a la carta" o encubierta a quienes trataron de dar un golpe de Estado, estaríamos no solo ante un fraude de ley, sino ante un ataque desde el mismo poder al Estado de Derecho. Si los que tienen la última palabra, en la investidura, ahora y en la legislatura después, son los partidos antisistema, el chantaje y la inseguridad jurídica serán una constante. Ellos saben que Pedro Sánchez puede ir "de victoria en victoria" hasta la derrota final del PSOE y de España.

Si Núñez Feijóo sigue sin tener una estrategia seria --ya se ha visto que no había plan B ni nada parecido-- y sigue siendo un extraterrestre en Cataluña y el País Vasco, si quienes le apoyan siguen vendiendo acuerdos que no existen, si los suyos ya le empiezan a hacer la cama y a buscarle sustitutos, si siguen sin saber si hacer de Vox su socio preferente o hacerle desaparecer, sus posibilidades de gobernar en España no existen. Para gobernar hace falta un proyecto bien estructurado y mejor explicado. Ambas cosas faltan hoy.

Nada está hecho todavía. La voracidad de Puigdemont, de Rufián y de Otegi puede arruinar cualquier acuerdo. La factura de cada voto va a ser inasumible. Salvo para Sánchez, claro, dispuesto a reconocer incluso el poder político decisivo de un delincuente fugado y a "desjudicializar" --es decir, que la justicia no sea igual para todos-- los delitos de más de seiscientos delincuentes. Luis Enrique Hernández, escribe en "Acontecimiento" que "en la actualidad da la sensación de que el fraude, el engaño es una actitud compartida y asumida por una gran cantidad de ciudadanos y que se ha convertido en moneda de cambio de uso legal en nuestra sociedad y aquel que posee un cargo de autoridad y de poder no duda en aprovechar la ocasión para sacar algún tipo de beneficio personal". Dicen que sin ética no hay sociedad ni política posibles. A veces, te obligan a pensar que eso también es una utopía. Al menos hoy, aquí, en España. No parece lucha legítima, combate entre adversarios, sino agonía de la democracia.