Mariano de la Puente

Percepciones

Mariano de la Puente


Fútbol y política

03/03/2024

Hace semanas escribíamos sobre un 2024 preñado de contiendas políticas, todo ello con su parafernalia consecuente. El aperitivo: tras las elecciones gallegas dos cara a cara entre Sánchez y Feijóo, ¿resultado?: reproches y malicia. La Novedad: el 'caso Koldo', preocupante para los socialistas. Lo Viejo: el sainete sobre la renovación del CGPJ (Consejo General del Poder Judicial); el PP ha cambiado de nuevo, lo del mediador Reynders no cuaja, ya no les gusta. Eternizarán este asunto hasta que estalle, y veremos como.
Sánchez no adelanta las elecciones aunque se le acumula la faena, no insistan señores del PP. ¿Dependerá del resultado de las Europeas? Como en el juego infantil, el presidente tendrá que elegir entre susto o muerte. 
También este año se celebra la Eurocopa, podremos saltar de un canal a otro, fútbol o política, lo que convenga. Por favor, no discutan por el mando de la TV. Ante la duda película o libro.
Como diría Don Quijote, nos vino a las mientes el paralelismo entre la actuación de los partidos políticos y los equipos de fútbol. Los protagonistas, futboleros o políticos, zigzaguean, driblan, culebrean. En el fútbol se cambia al lesionado o menos apto, por otro más hábil o mañoso. En política se tira de banquillo usando de ariete al menos idóneo y, en ocasiones, incompetente. 
Al ministro Planas, competente y serio, le dio un vértigo, turbación repentina del juicio, tuvo que seguir, no había suplente. Quien sale del terreno es Ábalos, pero se queda en el Grupo Mixto para defenderse, dice, de lo que intuye le espera en el futuro. Eligió malos compañeros de juego, anosmia política, a veces les puede más el corazón que el cerebro. ¿Por qué algunos elementos son transparentes, observados desde fuera y absolutamente opacos para quienes los eligen? El entrenador parece ciego. En la agregación de personas suele faltar el pegamento ideológico que da consistencia, lo que aprovechan los oportunistas con resultados evidentes. No todas las piezas engrandecen al conjunto, a veces son mortales. En el fútbol añades valor o estás fuera. Por cierto, aparecen en la extraña trama el club de fútbol de Zamora y la U.D. Las Palmas.
En política ya se sabe, las patadas no van al tobillo, sino a la inteligencia. Hay más fair play en el fútbol, donde el juego sucio es cortado de inmediato y los autores expulsados del césped. En la contienda futbolística discuten, pero saben que las tarjetas amarillas y rojas vuelan, se respetan las normas por la cuenta que les trae. Los políticos juegan con reglas que no cumplen, "manda huevos" que diría Trillo. Se insultan, se agreden verbalmente de manera inmisericorde y justifican jugadas imposibles. Centran mal, rematan peor, zancadillean al contrario y, si pueden, disimuladamente, fingiendo un tropezón, le pisan cuando está en el suelo, y cuando huelen sangre, dan miedo. El ventilador está en marcha, ¡qué personal!
¿Y los seguidores? La hinchada futbolera entona himnos que hablan de gentileza, y así cantan los madridistas: "enemigos en la contienda cuando pierden dan la mano", siguen los atléticos cantando, "que es un juego noble y sano", y rematan los del Real Ávila: "a luchar y a jugar", pero con honor. ¿Se han fijado en los himnos de los partidos políticos? ¿Tienen letra?, ¡Ja!, tendrían que cambiarla tras cada elección. 
En la hinchada política cerebro y educación son parejos, cuando se masifica se transforma en chusma. Ante comportamientos indeseables, la autoridad tiene dificultades para poner orden; sus líderes no apaciguan les jalean, contribuyendo así a expandir el incendio y mientras pelean, ellos observan plácidamente instalados y protegidos en sus jaulas inmunitarias. Si es la hinchada futbolística la que alborota de manera salvaje, la autoridad corta por lo sano y se acaban los malos modales y berreas: fin del partido, fin del gamberrismo. 
Qué ternura, sus señorías se dan la mano, pero entre apretón y apretón se recriminan: "Es una gran equivocación", felicitación de Feijóo a Sánchez al ser investido presidente, sus colmillos brillan. Se ponen a caldo en los medios de comunicación, toda oportunidad es buena para desacreditar, ahí está la hemeroteca. Cuál navajero, se esperan a la vuelta de la esquina. Veremos como acaba el caso Ábalos, el incendio chamuscará a denunciados y denunciantes, pues se abrirá una investigación general a todas las administraciones. La guerra está servida. 
En la contienda deportiva se tratan como adversarios, en la política parecen enemigos acérrimos, aunque hay cierta comedia, como cuando un jugador se tira al suelo buscando el error del árbitro. 
El fútbol valora la valía de un buen contrario e incluso envidia su hacer, en política eso es impensable, salvo si el contrario, retirado, ha llegado a una edad provecta en la que ya no molesta. Algunas señorías, al abandonar la práctica de la política, colaboran en los medios de comunicación, su colmillo sigue retorcido. Los deportistas suelen madurar con el paso del tiempo y se hacen más discretos y, si al abandonar la práctica deportiva alguno colabora en medios de comunicación, se notarán sus colores, pero denotará más ironía en sus comentarios que maldad.
Los políticos, supuestamente letrados y cultivados, debieran mostrar más sensatez, pero son una pena por no decir una ruina. No son todos, pero el que destaca se convierte en un figurón, eso sí, malo de solemnidad. Contumaces y cerriles en la discusión son incapaces de reconocer un error, no digamos pedir disculpas, eso es anatema; y si hay algún inocente, o pardillo sobrevenido, la maldición le perseguirá hasta la noche de los tiempos: fuera de las próximas listas y cargos; políticamente está muerto, es irrecuperable. ¿Qué fue del diputado Alberto Casero? 
El parecido de este artículo con la realidad es pura coincidencia, o no.