Ricardo Guerra Sancho

Desde mi torre mudéjar

Ricardo Guerra Sancho


Espigas de amor...

16/08/2023

Hoy amigos lectores les traigo una hermosa historia que nos ha conmovido al escucharla. Hace un tiempo, Cristina, la responsable de la oficina de turismo, me comentó que había contactado con ella una señora que tenía intención de hacer una donación o depósito para el Museo del Cereal, concretamente un ramillete de espigas de trigo candeal. Me pareció una historia cuando menos, peculiar. Poco después me dio más detalles desvelándome algo más el origen de aquellas espigas, tomando ya la historia tintes de ternura y cierta singularidad, por lo que quedamos en que me avisaría el día qu vinieran a hacer la entrega, aprovechando que pasaban unos días en su pueblo.
Este fin de semana pasado llegó el momento de conocer la peculiar historia de primera mano…
¡Ven, que está con su hija viendo el Museo del Cereal! Corrí ávido de conocer más detalles de esta historia que prometía (pensando ya en estas líneas) y considerando que sí tenía enjundia y aportaba algo bonito, como aparentaba, sería un tema muy hermoso para compartir.  
La señora Cruz nació en Horcajo de las Torres, noroeste de nuestra comarca, y como tanta gente tuvo que irse hacía ya años a Barcelona, y llegó acompañada de su hija. Relató que su padre un agricultor de nuestra tierra "de pan levar", y nos contó la historia de este ramillete de espigas. 
Su padre Quico, «el melón», ofrecía cada año al recoger la cosecha, la espiga más bonita de nuestro trigo candeal a su esposa, que fueron dos cuando su hija Cruz fue haciéndose mayor. Aquella mujer de nuestra tierra las bendecía con agua bendita y ponía la espiga a la entrada de la casa, sustituyéndola al año siguiente por una nueva. Un año de excelente cosecha allá por los años 70 ?entre 1972-79?, la ofrenda y regalo fue de un ramillete de hermosas espigas. Un buen año que aumentó también el número de espigas.
La señora Cruz había oído hablar de nuestro museo y pensó en depositarlo en él para que quedara memoria su acto de entrega y para mostrar una antigua y hermosa costumbre de nuestras gentes. Así, con su hija Ana y con el ramillete se presentó a Cristina y pronto me personé yo también para conocerla y saludarla, y para escuchar atento esa hermosa historia. La pedí permiso para publicarlo que gustosa aceptó, y aquí tienen amigos lectores esta tierna historia, llena de amor, que me ha dado pie a titular estas líneas de esta forma tan peculiar.
Ya están las «espigas de amor» depositadas en nuestro museo con una nota sobre su origen, para que los visitantes puedan conocer esta historia entrañable historia. Esta es la mejor formula para enriquecer todo espacio museístico, las aportaciones de la gente y más si están rodeadas de estas historias tan emotivas.
Según hablábamos me vino a la memoria una estrofa de una canción tradicional castellana que se titula 'El carro', que me recordó mi amiga Merche. En ese mismo momento me dice Cruz: «será esa de las espigas más doradas de mi pertenencia...» y seguidamente entonó esa canción con voz sencilla pero ajustada a lo tradicional… Tengo que reconocer que me puso los pelos de punta. ¡Qué cúmulo de cosas y circunstancias! 
La letra de esa estrofa que habla de las espigas doradas dice así:
Como recuerdo te traigo
de mi larga ausencia, de mi larga ausencia,
las espigas más doradas 
de mi pertenencia, de mi pertenencia...
    
El ramillete con la nota explicativa está ya en nuestro Museo del Cereal, en la Casa del Concejo de la ciudad, un hermoso ramillete de espigas doradas del famoso Candeal. Un testimonio de historia viva que se transmite de generación en generación.
Cristina y yo nos miramos con una gran complicidad; acabábamos de vivir un episodio especial que, fuera del valor material de unas espigar, fue como una brisa de aire fresco en medio de los calores de estos días, que nos encandiló. Sólo pensar el amor que encierran estas espigas, el de su origen hace casi cincuenta años, y el actual por el que Cruz había pensado en este destino para sus amadas espigas y venir con ellas desde Horcajo de las Torres, un verano caluroso de nuestra Castilla… 
Cuando salgan a la luz estas líneas, nuestra Coral La Moraña ya habrá actuado en este querido pueblo de nuestra comarca por sus fiestas y habrá sonado la canción castellana de las espigas… y al cantarla, un nudo de emoción invadió mi garganta… ¡Cruz, va por ti…!