Parece que fue ayer y en realidad no ha pasado tanto tiempo entre la jornada de reflexión antes de las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo y ésta de hoy, previa al 23 de julio, día de las elecciones generales. Apenas dos meses en que se ha seguido tensionando a los ciudadanos con una interminable campaña en pleno mes de julio y con media España de vacaciones, fuera de su residencia habitual. No sé qué pecado hemos cometido en este país para merecer tanta penitencia. 
Una campaña en la que el tema estrella han sido los posibles pactos para formar gobierno y en la que el bloque de la izquierda ha abominado de la alianza del PP con Vox para llevar a Feijoo a la Moncloa, que los populares tratan de evitar, mientras que del otro lado se han atacado los acuerdos de Sánchez con extremistas e independentistas catalanes y vascos que reeditarían para mantenerse en el poder. Se ha hablado poco y poco claro de temas tan esenciales como los económicos, los ambientales, la sanidad, la educación, las pensiones o el empleo. Y solo de tapadillo, han aparecido noticias preocupantes para nuestro bolsillo como la aplicación de peajes al uso de las autovías, gane quien gane las elecciones. Y de sufrir peajes los abulenses sabemos un rato. 
Me parece increíble la cantidad de datos falsos y de mentiras que vertieron Sánchez y Núñez Feijoo en su bronco cara a cara y de los que tampoco pudimos enterarnos muy bien, porque ya se preocuparon ambos candidatos de interrumpirse continuamente. Ese viejo zorro de la política que es Miguel Ángel Rodríguez lo verbalizó certeramente: "nadie se acordará mañana de lo qué dijiste, sino de cómo lo dijiste". No parece el mejor camino para emitir un voto informado y pensado.
En fin. Más cansados que en la jornada anterior, con poca información veraz y muchos bulos por medio, llegamos a la hora decisiva en que debemos depositar nuestra papeleta en las urnas. Muchas personas la han hecho ya por correo, en una situación de periodo vacacional que sin duda dificulta el ejercicio del derecho al voto de los ciudadanos. Hasta los carteros han sido un arma de confrontación electoral. Toca de nuevo reflexionar y con no demasiados elementos de juicio. Por el contrario, hay mucho espectáculo, mucha descalificación, mucho dramatismo impostado: "Yo o el abismo", y pocas apelaciones a los argumentos y a los datos no manipulados.
Lo sorprendente es que los ciudadanos quieren votar. Somos conscientes de que estas elecciones son importantes, que nos jugamos mucho. Como siempre. Es lo que tiene la democracia, que podemos y debemos decidir. En lugar del abstencionismo y la desafección que todos estos hechos que aquí se han repasado podían potenciar, parece que los españoles van a acudir a las urnas de forma masiva. No le van a dar la espalda a su responsabilidad. Se merecen mucho más respeto del que nuestra clase política les ha mostrado en esta campaña. Menos promesas que nunca se cumplen, menos crispación, menos fariseísmo en sus actitudes denostando los pecados del rival que ellos mismos cometen. Y sobre todo no descalificar ni atacar la credibilidad de nuestras instituciones. Si solo aceptamos las reglas del juego cuando ganamos, no habrá partida.
Por eso y a pesar de todos los pesares, de que no nos lo han puesto fácil, vamos a decidir. Deseo a todos una jornada tranquila, una reflexión serena. Y mañana, a las urnas.