Gabriela Torregrosa Benavent

Cosas veredes

Gabriela Torregrosa Benavent


El viaje a ninguna parte

30/10/2023

Cualquier visitante que llegue a Ávila se extrañará sin duda de encontrar en una de las vías de entrada principales de nuestra ciudad un enorme armazón destartalado, desdentado, con los hierros oxidados al viento asomando entre cristales rotos y apedreados, y la decadencia aflorando por cada esquina. Seguro que el lector sabe a qué me refiero.
Un monumento a la quiebra, un decorado antiestético que parece el esqueleto de Moby Dick o una fantasmagórica alegoría del abandono y la suciedad, no es una bienvenida apropiada para una ciudad Patrimonio de la Humanidad que recibe numerosos turistas. Sería más bien el contexto idóneo para rodar un episodio de la Familia Addams este Halloween, si no tuviéramos que verlo además todo el año como triste recordatorio de una asignatura que lleva pendiente demasiado tiempo y sin visos de un rápido desenlace. 
Porque el inmueble que un día albergó la antigua estación de autobuses de Ávila es el panteón de las promesas incumplidas y los anuncios electorales envueltos en humo. Un engañabobos de manual que trasluce falta de ímpetu y de ideas. Años lleva el edificio siendo destinado sobre el papel a las cosas más variopintas, que todas tienen en común al final volatilizarse y quedar en nada. Si el programa ganador de las elecciones municipales de 2019 contemplaba remodelar la construcción y utilizarla como espacio para las asociaciones de la ciudad y centro de ocio para las familias con actividades culturales y lúdicas, esa loable iniciativa quedó enterrada entre cascotes, como la propia edificación, en cuanto los votos estuvieron depositados en las urnas. Convencidos en su momento los parroquianos, a otra cosa mariposa.
A partir de ahí, el de la antigua estación de autobuses ha sido un luengo viaje a ninguna parte. Un efímero e inespecífico plan de ubicar allí una escuela de circo se vio sucedido por su declaración urbanística municipal de ruina y una grandilocuente información a los medios de que una empresa se instalaría en el solar para montar una academia de formación de emergencias comparable en impacto social y económico a la propia Escuela de Policía. Palabras pregonadas como de inminente realización, que después no se han visto acompañadas del más mínimo hecho.
El debate inicial de si era preferible conservar y rehabilitar el edificio o bien tirarlo y construir otro ha quedado ya huero de contenido por los hechos consumados. La importante subvención que había sido concedida por la Junta de Castilla y León para la demolición, se solicitó por el ayuntamiento y se obtuvo su cambio de destino para renovar la plaza Fuente El Sol en vez. Así que esa vía exigiría ahora buscar los fondos. Pero en el momento presente una hipotética reconstrucción requeriría no solo revocar la declaración formal de ruina, un escollo ya lo bastante grande como para parar de contar, sino además acometer unas reformas profundas para la adaptación del inmueble a la normativa en aspectos tan sensibles como seguridad o accesibilidad y su modernización en materiales, aislamiento, instalación eléctrica o tuberías, por ejemplo. Una inversión magna.
El paso de los años con el asunto enquistado, sin ningún avance tangible, hace que mientras tanto se estén perdiendo oportunidades para la ciudad, sin generar empleo ni actividad económica, sin mejorar en atractivo o imagen, sin aportar tributos a las arcas municipales para que no tengamos que ser solo los ciudadanos los paganos que llevemos a hombros las subidas de siempre. Si un proyecto no cuaja tras tanto tiempo de idas y venidas habrá que espabilarse, coger el toro por los cuernos y pensar en otro, conjuntamente al ser un tema de ciudad y no partidista, que tendrá repercusiones para todos durante décadas; pero no se puede esperar sine die a que llueva el maná y las cosas se enderecen solas, dando largas una y otra vez con las mismas excusas de titular. 
Poco vamos a hacer retornar el talento si a los que un día se marcharon de la ciudad por esa estación de autobuses se les ofrecen proyectos desvencijados y difícilmente creíbles para propiciar su vuelta. Todo lo que nos quedemos en la parálisis, serán otras ciudades de nuestro entorno las que se muevan ocupando nuestro espacio. El tiempo apremia. No vale culpar a los demás.