Francisco I. Pérez de Pablo

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Francisco I. Pérez de Pablo


Ávila devastada

12/12/2023

Acabada la guerra civil se constituyó la denominada Dirección General de Regiones Devastadas y Reparaciones (1938-1957) que sería la encargada de la reconstrucción del país, en especial de aquellas regiones y territorios que habían resultado significativamente dañados por la guerra, trasladando las ideas de la teoría de restauración Viollet-le-Duc. Se buscaban tres cosas. Reconstruir los estragos bélicos, evitar el éxodo de la población a la ciudad –impedir la pérdida del sector primario– y aplacar mediante la propaganda la ira de los ciudadanos que tardarían varios lustros en superar la miseria.
Arquitectos, ingenieros y aparejadores fueron los encargados de la mayor parte de sus proyectos (viviendas, escuelas, ayuntamientos, iglesias, etc.), centrando en carreteras y vías férreas muchos de los fondos dispuestos. La situación de ahora nada tiene que ver con la devastación que provocó la guerra –daños personales y materiales–. Ávila no fue de los lugares que tuvieron grandes destrozos, ni sufrió considerables desastres y, sin embargo, con mirada retrospectiva, aquel periodo de posguerra aparentemente fue menos perverso a los intereses generales abulenses que el actual, más libre, abierto, solidario y democrático. 
Cuando hace unas semanas se ponía en marcha el Ave hasta Oviedo, después de veinte años de obras, a uno le vino irremediablemente a la cabeza los muchos años que Ávila lleva esperando varias infraestructuras que contribuyan a su progreso y desarrollo –viajes cortos–. Otras regiones, ya, lo han tenido o lo van teniendo. Cada vez que se pone en funcionamiento un nuevo tramo ferroviario en alta velocidad o se amplían las prestaciones de cercanías, en Ávila la cara de tontos de sus ciudadanos se refleja en sus rostros –cabizbajos– cuando por el paseo del Rastro buscan los rayos del sol mientras mantienen la mirada perdida hacia el Valle Amblés.
Cumplidos cuarenta y cinco años de la Constitución española –concebida en esta provincia–, muchos de sus postulados no se han cumplido con esta tierra. La democracia parlamentaria ha generado más diferencias entre territorios y Ávila –su capital principalmente– es el ejemplo más innegable del fracaso de un sistema territorial, económico y de derecho que está dejando un perenne sentimiento de decepción y desesperanza entre los abulenses. Ávila, hoy, está alejada de todo plan de comunicaciones de transporte y apartada de cualquier impulso económico y empresarial. Algo habrá que hacer, pero quienes dirigen los destinos abulenses no han podido, ni pueden y no saben ni qué hacer, ni cómo hacerlo. Oportunidades políticas ha habido y muchas durante todos estos años de gobierno por y para el pueblo, pero todas han sido inútiles. 
Medio siglo después de que se instaurara el régimen democrático los resultados para Ávila pueden afirmarse que han sido devastadores. El tren que a finales del s XIX se decidió transitara del centro al norte por Ávila, ha dejado de hacerlo en el fulgor de la democracia participativa. Los elevados costes hacen que el Puerto de los Leones siga siendo la vía terrestre preferida y siguen sin llegar equipamientos prometidos. Los recientes acuerdos entre el gobierno y determinadas autonomías independentistas van a ahondar esas diferencias en claro perjuicio para Ávila. Sangrante. Con tantos ministerios, consejerías, políticos electos y personal de libre designación, un departamento de poblaciones olvidadas –devastadas–, sería justo y apropiado.