Ricardo Guerra Sancho

Desde mi torre mudéjar

Ricardo Guerra Sancho


La tan necesaria limpieza del Adaja

26/05/2021

Durante estas últimas semanas se está procediendo a la limpieza del cauce del río Adaja a su paso por Arévalo por la Confederación Hidrográfica del Duero.
Que necesario era, por tanta acumulación de troncos y ramas que habían arrastrado las últimas avenidas intensas del invierno y primavera, por los árboles de la ribera caídos fortuita o premeditadamente, que de todo ay en la viña del señor, de tal forma que el cauce estaba verdaderamente invadido de malezas vivas y muertas.
La tendencia natural del río, de su cauce, es surcar por su lecho arenoso trazando meandros… una tendencia natural por efectos de la corriente y de los remansos del cauce. En épocas y momentos de avenidas más o menos violentas, ese arrastre de arenas es espectacular, se acentúa según la virulencia de las aguas. Este invierno y primavera especialmente espectaculares esas avenidas de nuestros ríos, también del Arevalillo. Hacía muchos años que esto no ocurría con esta intensidad, que incluso, los más jóvenes desconocían, de tal forma que fueron foco de atención, expectación y visitas periódicas, a ver cómo iba la avenida, que presentaba un cauce con gran caudal, virulento que en algunos puntos como en la presa del Molino de La Isla, con su salto estruendoso, o su paso por el puente de Valladolid, en plenas obras de recuperación, que ofrecían espectaculares visiones de las fuerzas de la naturaleza. 
Hace poco recordé una avenida histórica, la última de grandes dimensiones, era diciembre de 1989, porque luego el embalse de Las Cogotas, finalizada el año 1994, comenzó a retener aquellos ímpetus y ya era muy raro de las aguas del Adaja se salieran de su cauce. Aunque eso sí, un cauce mermado y estrechado en algunos puntos por la acción de esas alamedas invasoras, esas «provocaciones» que acentúan ese efecto, artificial, interesadas y provocativas, que fuerzan la trayectoria del cauce.
No estaría de más revisar las lindes de alamedas y antiguas huertas, hoy perdidas, sin plantas de huerta ni manos que las labren. Esas verduras de temporada que tanto añoramos, que, si no fuera por algunos caprichos de algunos particulares, habríamos olvidado esa suavidad de nuestras lechugas «moriscas», o esos tomates jugosos y con sabor tan especial, y de otros frutos huertanos. Convendría recuperar esas invasiones y restituir al río lo que es del río… ahora que ya no hay avenidas que pongan orden!!!
En definitiva, que daba mucha pena ver esos márgenes invadidos de malezas muertas. Por eso se acogió con cierto entusiasmo la noticia y el comienzo de esa limpieza del cauce. Precisamente desde el paseo fluvial del Adaja se apreciaban muy bien algunos de esos puntos del río invadidos de troncos y ramas. 
Pero quizás no les falte razón a algunas voces que han alertado de la excesiva «limpia», que ha arrasado con todas las plantas de bajo porte, no siendo los árboles de ribera de un apreciable porte, por lo que las plantas jóvenes han seguido a las malezas cortadas y quemadas en los bordes del cauce. Quizás lo han dejado demasiado despejado, sin contar además que es época de anidamientos de las aves del corredor fluvial, se ha realizado en pleno momento de crías. Es curioso, después de tanto tiempo, al final las cosas no esperan al momento más propicio para efectuarse… Todo el gozo, en un pozo, porque lo que era una demanda fuerte y razonable, se ha convertido en un lamento del cómo y del momento…  
Cuando cierro estas líneas estoy a punto de asistir al primer acto de las Jornadas Participativas de Medio Ambiente y Paisaje, una charla coloquio titulada ‘El proyecto Life-Duero. Propuestas para las Riberas de Arévalo’. Seguro que saldrá este tema, y yo se lo contaré en otra entrega…
«Adaja Río Amado» que cantó nuestro poeta predilecto Nicasio Hernández Luquero, en algunas de sus composiciones de exquisita poesía.