Darío Juárez Calvo

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Darío Juárez Calvo


Del género inútil, señora

21/08/2021

Para Ana González, alcaldesa de Gijón, tener menos vergüenza que un gato en una matanza requiere de ella una posverdad banalizada como telón de acero entre su fantochismo y el cargo, para dictar sentencia sobre la tauromaquia a través del más puro exorcismo de gilipollez nunca antes visto. Del género inútil, señora, claro que sí.
A decir verdad, parece irreversible el problema de la careta de una gran parte del PSOE. Ha llegado un punto en que la goma, como ellos, no da más de sí, y acaba por ceder a la realidad de un rostro macabramente dictatorial, censor, y sin un ápice de voluntad por gobernar para todos y no sólo para esa recua de secuaces de idéntica estampa inquisitorial.
Para suerte de Irene Montero, el género inútil no conoce de sexos, pero sí se adscribe a una natural desigualdad que se hace concluyente cuando perteneces a él. La ignorancia es igual o más poderosa que el fuego que casi arrasa mi pueblo hace un par de días, y esta parece que también ha llegado hasta el despacho de la primera edil del Ayuntamiento de Gijón, en forma de comunicado en el que la alcaldesa asturiana anunciaba la no concesión de una prórroga para dar festejos en El Bibio, como así la tampoco futura salida a concurso de un nuevo pliego.
Dentro de la incredulidad de la noticia, todo bien, pues todavía no habíamos llegado a la parte de la circular en la que expone la razón por la que dejará de haber toros en Gijón: «El hecho de que en la última corrida se lidiaron dos toros con los nombres de Nigeriano y Feminista ha supuesto cruzar varias líneas, es una muestra de que se ha utilizado el evento con objetivos ideológicos y va en contra de los derechos humanos». Ambos ejemplares de Daniel Ruiz lidiados por Morante el pasado domingo. Decir que me resulta sorprendente es jugar con la verdad, pues nunca podrás exigir que entiendan como algo lógico las nomenclaturas utilizadas para los toros al heredarlas de sus madres dentro de una reata, a quienes esperan con fervor el día en que la leche salga de una impresora y no de la ubre de una vaca.