Vicente García

El buitre de colores

Vicente García


De nuevo el peligro de las minas en nuestras sierras

18/11/2021

Esto es "un no parar". Los proyectos mineros de extracción a cielo abierto siguen y siguen sin cesar, porque lo que los lectores ven en los medios no es más que un pequeño avance que asoma a la luz pública; es como el pico del iceberg, ya que si echaran un ojo a las peticiones de estudios, sondeos, proyectos y extracciones varias que hay, contemplarían Ávila como un queso de Gruyère.
Una provincia como la nuestra que tiene una riqueza ambiental extraordinaria y una economía basada principalmente en la ganadería extensiva y el turismo de naturaleza y gastronómico, que va creciendo poco a poco y estableciendo unas bases para el futuro, no puede permitir agresiones de este tipo en entornos delicados, aunque por supuesto los "mineros" tienen todo el derecho a solicitar esos permisos.
He visto últimamente algunas propagandas que tratan de confundir sobre la cantidad de puestos de trabajo que han creado estas nocivas extracciones a cielo abierto, pero realmente si divides sus números totales por la cantidad de minas en explotación, salen unos 9 o 10 empleos por explotación, de los cuales posiblemente sólo un par de ellos sean para la gente de la zona. Todo "un chollo" para el daño que hacen. De todos los modos destruyen muchos más puestos de trabajo de los que crean, porque pueden arruinar todos los negocios cercanos ya establecidos.
Y en cuanto a sus teorías de que fijan población, 'no se lo creen ni ellos', ya que el destrozo que producen en su entorno, los ruidos por las explosiones para fragmentar y triturar la roca, el polvo en suspensión, la circulación de camiones para su evacuación, la afectación posible a cursos freáticos y un sinfín de problemas contribuirá a que la gente que viva cerca, si tiene posibilidad huya del lugar hacia otras tierras y, por supuesto, los empleos de turismo rural y hostelería que existan en la periferia junto a otros proyectos futuros están condenados al fracaso porque ¿quién va a querer visitar o vivir en una zona con una mina a cielo abierto cerca funcionando?
Pero sobre todo hay que preguntarse ¿qué derechos tienen los habitantes de los pueblos cercanos a la zona a explotar sobre la toma de decisión? Según la actual y obsoleta ley de minas, creo que ninguno o más bien pocos.
"Las minas a cielo abierto son una de las actividades más dañinas del mundo y una de las formas más peligrosas de contaminación". Esto no lo digo yo (aunque sí me sumo a ello); son palabras de Joaquín Araújo, Premio Global 500 de las Naciones Unidas y Premio Nacional de Medio Ambiente, así que algo de conocimiento tendrá, y que ya visitó nuestra ciudad en varias ocasiones, una de ellas para ofrecer unas conferencias y unirse a la oposición sobre esta actividad minera cuando se intentaron hacer la de Yemas, la de la Sierra de Ávila y la del Valle del Corneja.
De todos los modos la "gente de ahora" no se deja avasallar como en tiempos pasados, como ha quedado demostrado en los anteriores intentos mineros que trataron de expoliar el suelo y alterar la vida a los habitantes de la serranía, para que los beneficios económicos se vayan a otros lugares, y en las que miles de personas se han manifestado contra de este tipo de extracciones. Incluso las instituciones ya parecen estar tomando conciencia, aunque seguramente sea por la enorme presión humana más que por la propia convicción, y afirman que "la provincia no es minera, sino natural y ganadera".
Esto no quiere decir que alguna de estas mal llamadas canteras no haya podido ejecutarse en ciertos lugares donde su pequeño tamaño, las condiciones ecológicas, ambientales y aceptación de la población lo permita, pero siempre bajo unos férreos criterios ecológicos, planes de restauración fiables (que casi nunca se cumplen) y sobre todo, la conformidad de la población afectada que al fin y al cabo deberían ser los dueños reales de su propio territorio.
Seguimos maltratando la Tierra, el agua, el aire, y en consecuencia, a nosotros mismos.