Francisco I. Pérez de Pablo

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Francisco I. Pérez de Pablo


Sánchez Cabrera anuncia una nueva forma de hacer política

09/06/2020

El próximo lunes (15 de Junio) se cumplirá el primer aniversario de la toma del bastón de mando por el undécimo Alcalde de la Capital más alta sobre el nivel del mar. Con el titular que encabeza esta columna abría hace un año la portada del Diario de Ávila. El «juramento» del nuevo Regidor era más plausible –así lo debieron percibir 11.223 ciudadanos–, que verosímil después de más de veinticinco años de dominio PoPular. Apenas unos meses antes había abandonado esas siglas de afiliación y cargos. Renegar del pasado y del bipartidismo fue su única carta de presentación.
Enrabietado por no haber sido elegido candidato azul a la Alcaldía dispuso una serie de huestes afines –muchos ex afiliados PP– para ser contrapunto en la política local, pero pasó a ser el punto por el hundimiento de la izquierda y la desaborida gestión del centro derecha. Negar que los abulenses estaban descontentos –votaron con odio–, era una realidad aunque les pese a algunos. Un año después ¿está siendo útil la nueva política a los ciudadanos de Ávila?
Las palabras de aquel primer discurso contenían la expresión de trabajar lealmente con el resto de administraciones (enviar cartas provoca hostilidad), pero también de forma reivindicativa. Difícil ecuación. Trabajar, como al soldado, el valor se le supone (se cobra por ello) y no deber ser considerado algo nuevo. Reivindicar es ineludible para un político local. La insatisfacción es un valor como decía Ortega y Gasset, pero Sánchez Cabrera solo demostró insatisfacción cuando abandono el PP. La reivindicación que pretende minar o atacar al contrario es muy poco constructiva. Solo agita y crea estado de alarma, pero no soluciona. 
Eliminar el peaje de la autopista era uno de los puntos de esa nueva política. Ahí sigue y sin embargo se ha aplaudido que pueda eliminarse en 2029. En su discurso de toma de posesión el Alcalde mostro su deseo de consenso, encuentro y diálogo. No parece que haya sido así a tenor de los desencuentros no solo con la oposición (obligada a ejercer control y crítica política), sino en el seno del «reparto social», asociaciones de vecinos, peñas –sentada incluida–, funcionarios –que fue de la RPT–, entidades deportivas, etc.  
Los dos principales retos del discurso inaugural fueron Nissan y Las Cogotas. El primero está como está y si aún está es gracias a los anteriores y el segundo no está. El Alcalde no quiere las Cogotas como solución al agua para Ávila y lo adverará la viciada mesa de «expertos» creada. Sumen subida de impuestos, más endeudamiento, ningún avance en el ferrocarril, ni en el Museo del Prado, pero si mucho Pan y más Circo, con menos cultura. El Covid-19 –gestionado unilateralmente– será la excusa alegada, sin embargo es el mejor exponente de la carencia de nueva política.   
Lo «nuevo» en la mayoría de las ocasiones ha sido la coartada para perpetrar estrategias personalistas y de claro cariz demagógico. La cuestión no es si alguien es o no es «nuevo», sino si bajo esa máscara se pueden hacer cosas nuevas o solo disfrazar las antiguas. No puede sostenerse como nuevo quien lleva más de tres lustros en la política, está al frente de una formación personalista hecha a su imagen y semejanza y para la que necesita un enemigo, del pasado y de futuro, para abonar su presencia política. Avila no cuenta con una nueva política, pero si hay nueva casta. Mentiras y engaños tienen fechas de caducidad.