Álvaro Mateos

El Valtravieso

Álvaro Mateos


‘Bares, qué lugares’

09/11/2020

Tomo prestado el título de una de las mejores canciones de Jaime Urrutia, dando en el clavo en nuestras buenas costumbres, tal y como ha hecho el alcalde Almeida hace un par de días, y es que los españoles en general somos muy de tomar “unas cañitas”. A veces, encontramos la felicidad en motivos tan simples, en compartir algo tan sencillo con amigos y familia, lo que vuelve a impedirnos el dichoso coronavirus. Ya he escrito en alguna ocasión que soy de los que lleva con orgullo que mi pueblo figurase en una promoción exclusiva de Mahou “para la Comunidad de Madrid y Las Navas del Marqués” (así lo decía textualmente). 
Y lo tengo que decir en un día en el que me quiero acordar de la hostelería, un sector que trabaja y se desvive por hacer de sus negocios locales de esparcimiento y disfrute para los otros. Lo quiero concretar en una localidad de más de 5.000 habitantes para la que los bares y restaurantes son un verdadero filón, con fines de semana en los que cientos de madrileños se desplazan a disfrutar del buen tapeo. Los bares abulenses conllevan la tapa gratis, siendo cocina elaborada en miniatura y tienen un alma especial que no quiero pasar por alto. 
En pleno confinamiento, me sorprendí llorando a lágrima viva cuando me enteré del fallecimiento de Tito, amigo, buen hombre, persona culta al frente de un negocio en la Plaza del Cristo y, sin duda, el mejor tirador de cerveza de Las Navas. Su establecimiento se convirtió en una verdadera casa para mí. Podría ir uno por uno, mencionando los bares y restaurantes de mi pueblo, con los motivos que los hacen especiales, con sus  pinchos más característicos. Empezaría en Magalia, parada obligatoria de moteros, con buenas brasas para la carne, terminaría en el Celtic, de mi amigo Matute, con las mejores pizzas de la comarca.
No dejaría de mencionar las “patatas de esas” de mis amigos David y Laura, en el Flass; me saltaría enfrente a degustar unas manitas y un pote en El Saúco, y bajaría hasta Las Cumbres, a tomarme unos botellines con Javi. La Bodeguilla nos dejó, pero el recuerdo de sus pepinillos y cacahuetes con un botellín helado me traslada a las puertas del cielo, como haría con un chupito del Bali. 
Otro tanto, con Javi y Rocío, el Trylogía, con una amplia barra de pinchos por la que no sabría por dónde empezar. El decano de todos ellos es el Nacional, parada obligada para los huevos y mejillones empanados y con bechamel, sin pasar por alto los Roeles, también con buenos pinchos, o el Bar La Plaza, con muros centenarios que aún añoran la compañía en el enclave de su vecino Antonio Campano. 
Volviendo a la parte de arriba del pueblo, no podría dejar de lado Mogambo, bar y restaurante reinventado con comida para llevar, La Parrilla Charra o Europa, también de las mejores pastelerías, junto a El Saúco, El Obrador de Ángel y Mil Momentos. Regresando a la Plaza del Cristo y alrededores, me reencontraría con mi amigo Alberto, merecedor de sus soles y alta gastronomía, en Montecarlo, sin dejar de lado a Luis Carlos y el bar rockero por excelencia, como es El Garito. No me olvido del Barrio de La Estación y su emblema, Martigón, que me traería recuerdos de un pasado que se fue, como el del Bar Tres Cruces, Elio´s o el malogrado Jardins y tantos otros. 
De memoria, por colores y sabores,… ese es mi pueblo, y Las Navas del Marqués, además de muchas otras cosas, son los bares y restaurantes que estos días lo están pasando mal, son familias viendo un futuro incierto. Tal y como han hecho Galicia y la Región de Murcia, reclamo para ellos ayudas directas porque algún día –espero que sea más pronto que tarde- queremos volver a los bares a brindar, a celebrar y a encontrarnos. Un abrazo a todos ellos, con el ánimo y la esperanza en que pronto volváis al ruedo, con los negocios abiertos, para despachar momentos de “unas cañitas” que a todos nos gustan compartir.