Sara Escudero

Desde la muralla

Sara Escudero


Cuando la vida vuelve a temblar

11/02/2023

Cuando el mundo vuelve a temblar. Cuando las placas tectónicas se unen para bailar por debajo de nuestros pies y por aquí arriba, no oímos el son de su melodía. En ese momento, todo cambia. Nuestras músicas pasan a ser gritos; la incertidumbre se vuelve dolor; el invierno pasa a ser aún más frío. Y esta semana el mundo volvió a temblar.
Son muchos los terremotos, seísmos, y pequeños movimientos que se producen cada día en cualquier punto del mundo. Pero hay veces que esas pequeñas alas de mariposa, se agitan tan fuerte, que el temblor arrasa con todo lo que está a su paso. Quien ha vivido un terremoto sabe de la fragilidad de un muro, del miedo escondido debajo de una mesa o del polvo que masticas cuando todo está por los suelos. 
Nepal, Haití, Pakistán, Irán, Chile… muchas han sido las emergencias en «formato» terremoto de este siglo. Y no serán los últimos. En el caso actual, afecta a muchas localidades, muy disperso y lo peor de todo, dos países que en estos momentos no pueden resurgir de sus escombros porque para salvar vidas el factor tiempo es imprescindible. Y para reconstruir vidas, el factor tiempo es indispensable.
Tiempo. Pasan las horas y todo tiene que estar centrado en el rescate de las víctimas. No se puede pensar en otra cosa. Cada agotador proceso, tiene una fase que ha de construirse de manera ordenada, basada en la coordinación, el apoyo y la sistematización. Se piensan las fases, pero los pasos se tienen que dar poco a poco, porque las respuestas no son solo de un día sino de muchos largos meses de agonía. Acceso a las zonas más críticas, garantizar la seguridad por carretera, no poner en riesgo más vidas…. demasiados factores para poner en la balanza.
Ahora pesa el «antes»: una guerra, un brote de cólera el pasado verano, una zona no muy desarrollada, construcciones que quizá no fueron las adecuadas, cuando hablamos de 50 terremotos en la zona en el último siglo. Todo pesa, y en las zonas de conflicto armado, el daño es aún un mayor. Vulnerabilidad sobre vulnerabilidad. Dolor sobre terror, 40 segundos de temblor que duelen para toda la vida. Y las temibles réplicas que dejan a este terremoto como el más fuerte registrado en la zona desde 1939.
Imágenes de destrucción, de niños sujetando la mano de sus hermanos, de padres y madres que no se quieren mover del lugar donde escuchó por última vez la su voz de su hija. La fragilidad del momento, del minuto y la debilidad de edificios, que en algunos casos parecen que nos protegen y en otros, nos sacuden al otro lado del infierno. Fotos que se repiten, pero en las que cambian los protagonistas, los héroes y heroínas que se enfrentan a la difícil situación de despedir lo que fue la otra vida para a partir de este momento, comenzar otra muy diferente. No se olvidará la mano que se sujetó, ni la última palabra de ánimo dicha, ni el inmenso dolor. Ni el mayor de los terremotos podrá sacar de la memoria del corazón lo ocurrido en la madrugada del pasado lunes. 
Cuando el mundo vuelve a temblar, la vida duele. Y aunque nos quedemos con los casos de superación y rescates, duelen las muertes, las separaciones y las dificultades. Poco podemos hacer ya, pero cuando el mundo vuelve a temblar, nuestras manos deben estar tendidas, para no dejar que el olvido sea otro capítulo más en nuestra vida.