José Ignacio Dávila

Pensando

José Ignacio Dávila


En virtud del pacto y la dignidad

09/09/2022

En virtud del pacto constituyente y la voluntad mayoritaria de los votantes españoles soberanos, se proclama que: La dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo de la personalidad, el respeto a la ley y a los derechos de los demás son fundamento del orden político y de la paz social, artículo 10.1 de la Constitución española de 1978. 
Es un punto de partida y, sin vuelta atrás bajo ninguna ideología ni programa autoritario o totalitario, si valoramos lo que tenemos y hemos conseguido: a) nos sirve de fundamento de todo nuestro orden constitucional; b) nos señala la clave para conseguir la paz social; c) es el programa de la convivencia posible para consolidar nuestro Estado Social y Democrático de Derecho; d) sigue chutando, más que suficiente, como guía práctica social, sin necesidad de ningún entrenador que cambie las reglas del juego si queremos evitar todo revisionismo de la historia que nos cambie el orden constitucional de la Nación Española; e) no hace falta una visión parcelaria de la Nación española cuando la dignidad de la persona reclama la total a que la dimensión social, cultural y política, en el soberano ejercicio de las lecciones aprendidas sobre los valores de la Libertad, la Igualdad y el Pluralismo político; d) añadan su opinión en la necesaria confluencia de la convivencia soberana, de la dignidad ciudadana en temas de opinión, del valor de la convivencia generacional y regional, en el estudio de la gramática parda de la vida que nos toca a cada uno.. 
El caso es que la Constitución nos viene funcionando por encima de toda opción y opinión política, y ya con 44 años de rodaje, en nuestro Estado de las autonomías, nuestra Nación Española en la universal experiencia de la vida entre las naciones que quieren ser libres y formar parte de nuestra cultura occidental greco-romana y europea común; la historia es así y suma las experiencias de todas las naciones libres que desean convivir juntas, en el respeto del valor de la dignidad humana, de la vida desde que se inicia, siga adelante en las mejores condiciones y hasta el fin natural cuando la parca disponga, y cumpliendo con el deber de hacer llegar a fin de mes en la dimensión de la dignidad laboral, familiar, social y económica.
Para las nuevas generaciones la historia es importante, en todo su contenido y no parcelado, si quieren conocer que somos partes vivas y soberanas, cono ciudadanos que tenemos una visión real y objetiva de lo que nos pasó, de cómo fue la verdad en cada familia, para poder comprender que la verdadera esencia de la Nación española está formada por nuestra presencia en la convivencia posible, sin imposiciones que borren la dignidad de la familia y la historia de las crónicas de cada familia.
Somos parte viva entre las naciones que hablan nuestra lengua común, aprendidas las lecciones de las relaciones posibles entre las naciones de nuestra cultura, y capaces de leer la historia con las reglas del momento en que se produjeron los hechos. No hace falta caer bajo el peso ideológico ni con las ataduras al pensamiento de la verdad real; ya estamos curados de espantos, y no hacen falta curanderos sin formación en temas de política. 
Vivimos en el tiempo real de las naciones democráticas que nos reconocen como parte de ellas en la dimensión nacional y constitucional que nos hemos otorgado a nosotros mismos. Tenemos en herencia la decisión de formar parte de las naciones que han decidido que la dignidad de la persona sea la base de la convivencia, de la mayoría constituyente y de la legalidad constitucional, para que no se nos olvide que no hay fronteras internas, sino el ocupar espacio de convivencia que nos pertenece, de nuestra y presencia, en la crónicas de un mundo real y su medida histórica, que mide la fuerza de la unión en temas de convivencia política y económica, dentro de las culturas europeas en el espacio occidental común, en los espacios abiertos e iluminados por la luz de la dignidad de la persona y su respeto.
Formamos parte de una sociedad democrática representativa, y en esta casa común y sin necesidad de parcelar, es en la que confluyen todas las opciones que respetan el pluralismo, y debe destacar (poner de relieve, resaltar, sobresalir y descollar, sabios diccionarios de la Lengua española y de las demás lenguas españolas) el diálogo entre opciones capaces de actuar con sentido común normal y del estudio de la historia, tan necesario para sacar la pata cuando se meta donde no sea necesario. 
La dignidad de la persona y su respeto contribuye para que la acción política sea respetuosa con los valores y derechos que nos hemos reconocido constitucionalmente, en positivo para que no se nos olvide ni se nos oculte ninguna de las historias pasadas, porque la información sobre la realidad de nuestra presencia en la historia pasada es necesaria para conocer la realidad de nuestra tiempo, cuando ya la segunda generación constitucional tiene abierta su cátedra vital, soberana y real. La dignidad de la persona sustenta todo el edificio de la convivencia, requiere admitir el funcionamiento de las reglas del pluralismo de forma que el diálogo sea posible, para que se haga posible la paz entre opciones distintas. 
Se puede votar a la opción que se desee, o no votar; y en temas de opinión es necesaria la presencia de la dignidad humana en la acción política, la suma de todas las aportaciones posible para que la libertad de pensamiento y opinión política sigan siendo sin censuras, y parte de la dignidad constitucional y personal. 

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