Ricardo Guerra Sancho

Desde mi torre mudéjar

Ricardo Guerra Sancho


La tan esperada libertad

19/05/2021

Ya ha pasado el fin de semana de la apertura, esa deseada libertad de movimientos y al mismo tiempo tan temido, sin duda influenciados por las experiencias anteriores que no siempre fueron muy bien administradas por algunos.
Lo cierto es que ya estábamos todos un poco hartos de tanta pandemia, de tanta incertidumbre, de tantas dudas y contradicciones. Nuestra hostelería, un importante puntal de la economía local estaba amenazado, ha estado demasiado tiempo cerrada o a medio gas, porque no todos los establecimientos tienen terraza, o la tienen con escasas cuatro o seis mesas que a todas luces es insuficiente para mantener abierto un establecimiento. Sin contar, que también es un factor definitivo, tantos trabajadores en ertes o eres, o en paro forzoso, simplemente, porque no siempre llegaron las ayudas prometidas.
Con las incertidumbres continuas de la duda y los cambios de un día para otro que han vuelto locos a tantos, que no sabían que hacer, si hacer acopio de compras o no. 
Ya antes lo hemos comentado, esa dependencia grande de la urbe, somos un satélite de Madrid, para bien y para mal, porque no siempre las influencias son en positivo. Pero en lo tocante a este aspecto económico y especialmente la hostelería, necesitamos a Madrid y sus gentes, esos visitantes de fin de semana gastronómico, con nuestra atractiva hostelería y nuestro plato estrella el «Tostón» o cochinillo, que bien que lo conocen y lo gozan, aunque no sea el único atractivo. Por esta comarca del norte no tenemos muchas segundas residencias como por nuestra «Andalucía de Ávila», pero también notamos a afluencia en gran medida, y se ha notado.
Bien, pues nada más de abrir de nuevo nuestros establecimientos deseosos de reanudar la vida de actividad, la normalidad de siempre que nos arrebató el «bicho» y las malas gestiones, dudosas al menos, discutidas y discutibles que siguen siendo tema diario. Porque, con tantas cifras mareantes y abrumadoras que en cada momento nos han llegado, pues no siempre el cierre hermético se ha correspondido con las mejores cifras de la pandemia, lo que ha ocasionado no pocas susceptibilidades y reacciones críticas.
Lo cierto es que esta espantosa pandemia en lo sanitario se ha tornado también en una sombra amenazante de muchas economías. Muchas gentes están al límite y por eso era tan esperado este finde de apertura madrileña. Y no ha defraudado las expectativas, aunque fue sensiblemente mejor el sábado que el domingo, y ya se han recuperado escenas de numerosos visitantes de nuestro turismo gastronómico y cultural. Poco a poco, de nuevo se reactivan las ofertas hosteleras y casas turísticas hoteleras, que todo el mundo espera sea el inicio de la vuelta a la actividad habitual.
Me comentaban unos amigos que venían de Segovia que se vieron sorprendidos por los numerosos carteles que se dirigían a los madrileños del estilo de «bienvenidos de nuevo», «os esperábamos», o «estáis en vuestra casa»… y, aunque no deja de ser una anécdota, la verdad es que me emocioné, porque aquí estamos en la misma tesitura. Ya lo he escrito en alguna otra ocasión, los madrileños siempre son bienvenidos porque nos traen alegría, movimiento y actividad económica, que todo suma. Somos una pequeña ciudad de servicios en la que muchos de os establecimientos comerciales de la más diversa índole, sobrarían para la normal actividad de nuestro tamaño, por lo que mucha parte vie o vivimos de esa afluencia. Como decía un amigo mío, «quien no deja dinero son los que no vienen…»
En fin, amigos lectores, que nos congratulamos de el regreso de nuestros madrileños que, aunque a veces nos dificultan el aparcamiento y nos alborotan un poco la monotonía diaria, siempre también nos animan… y de qué forma, que los echábamos de menos. Si volvemos a la broma literaria de «Madrid barrio abulense», hoy podemos decir con mucha propiedad que es un buen barrio abulense, un gran barrio… lo echábamos mucho de menos…