Francisco I. Pérez de Pablo

Doble click

Francisco I. Pérez de Pablo


Aspirantes y elegidos

29/11/2022

Hace algunos domingos la carta del director apuntó al tema de los candidatos destacando varias cuestiones. El peso que ha ganado el populismo frente a la templanza, sabiduría y saber estar y que hay vida más allá de la política (sucede –esto es mío– que la mayoría prefiere no intentarlo y exigen el cargo permanente para sí, familiares y allegados por sus «sacrificios»). Afirmaba el director que si cuesta designar un candidato es síntoma de que las cosas no están claras y que si la decisión deja incredulidad es porque no es la mejor decisión. Añado que en política las esperas, más si es en formaciones asentadas, generan incertidumbres innecesarias que el electorado traduce en conjeturas, al margen de los temblores internos. 
En el caso de Ávila –sin elecciones autonómicas– toda la atención se va a centrar en lo que suceda en la Capital por varias circunstancias. La herida que supuso que Por Ávila arrebatara la alcaldía al PP aún sigue abierta y alimentada convenientemente por la escisión amarilla. El resultado en esta capital es vital en un contexto regional donde el partido que gobierna la autonomía está alejado de los principales sillones municipales y, de repetirse el actual escenario, el cuestionamiento general sobre personas y políticas será inevitable. También las urnas de la capital pueden ser taxativas en la formación de una Diputación Provincial que apunta a multipartidista. Lo que pase en Ávila en las posteriores elecciones generales puede ser también traumático en las aspiraciones para la gobernanza nacional.
Por ello en la preparación de las municipales es obligado que las formaciones participantes se preguntaran qué les da confianza o desconfianza a los abulenses a la hora de depositar su voto. Ignoro si ese dilema está en la base de las decisiones internas para elegir un candidato o un mártir, ofrecer un premio o castigo. Quizás solo sea una cuestión rutinaria muy doméstica que solo sirva para tranquilizar las conciencias internas, sin la necesaria trascendencia exterior que se deja en segundo plano. 
A estas alturas es de suponer que nadie ponga en duda que los abulenses nunca han confiado en la formación socialista, sin duda razones pasadas y presentes son muchas por la dejadez reiterada de una ciudad cuyo misticismo nunca estuvo bien visto por las políticas de izquierdas. De la misma manera retiraron el voto al partido conservador por algo. Llámenlo cabreo, desengaño, indiferencia, abandono o hartazgo… Calificativos que deberán estar muy presentes en la designación de su cabeza de cartel.  
Hace cuatro años los abulenses con el cambio de su voto buscaron en la novedad un revulsivo. Hasta el 28 de mayo no se sabrá si los abulenses están o no satisfechos con esa elección o se inclinarán por buscar un nuevo empuje optando por una inédita novedad que pueda aparecer en los carteles. Todos quieren llevar a los mejores en sus listas –mejores en qué, para qué y quiénes–, aunque al día siguiente de las urnas dejen de serlo. Conocer y patear la ciudad parece materia obligada, incluso amar a Ávila no puede ser una asignatura optativa. Aventuro que se alzará con la victoria aquel de los candidatos que menos incógnitas e interrogantes suscite para ser reprochado por la ciudadanía, además de por sus oponentes. Reproches que el alcalde (repite candidatura) ya ha dirigido e insinuado a los aspirantes conocidos y a los anónimos.