Mariano de la Puente

Percepciones

Mariano de la Puente


Tiempos modernos

30/04/2023

¿Recuerdan esa magnífica película de Charles Chaplin? Feroz crítica contra la industrialización y el capitalismo. 
Leo un titular: disminuye la IA. Respiro. Llevábamos días bombardeados por noticias del mundo de las tecnologías. Mi gozo en un pozo, pues se refería a la incidencia acumulada del Covid, lo que está muy bien, la otra IA, la inteligencia artificial, seguía y sigue ocupando páginas. La información sobre inteligencia artificial nos inunda de programas, artículos, debates, un sunami informativo agobiante, que intimida. 
La curiosidad del ser humano y su duda permanente es infinita, pero se necesita tiempo para asimilar. Recuerden la batalla de Maratón, cuando aquel soldado griego hubo de correr 42 kilómetros para anunciar la victoria sobre los persas; todo era más pausado, daba tiempo a digerir los acontecimientos. Ahora no da tiempo a absorber tanto avance e información, lo que provoca un miedo cerval a las nuevas tecnologías, al mundo internet, a todo lo que huela a chip, a IA,  esa inteligencia artificial que ha permitido manejar y combinar el espacio, el tiempo y la comunicación propiciando una revolución fantástica, pero que cuesta comprender. El debate es, y será, si la inteligencia artificial complementará las actividades humanas o sustituirá al hombre.
El exceso informativo atafaga a los humanos. Un androide visita un plató de televisión y contesta a los entrevistadores. Días después se informa sobre una magnifica operación de trasplante de pulmón poco invasiva, gracias a los robots. Se anuncian fármacos usando determinadas tecnologías para terapias génicas. Otro día se desvela que la fotografía ganadora de un concurso era obra de la inteligencia artificial.
Hay materia para defender las tecnologías y la denominada inteligencia artificial (IA) Vemos una utilización magnífica en el espacio sanitario, intervenciones poco lesivas; pero también peligro cuando en la conducción semiautónoma el vehículo acaba en un pantano o cuando un robot aspirador autómata te espía y violenta tu intimidad. ¿Y qué me dicen del ese invento chino, unos labios de silicona para ese beso metavérsico? ¡Puaj!
No creo que debamos estar contra la ciencia y la tecnología, pero provoca inquietud la información poco clara, muchas veces falsa e interesada, dando preponderancia a la máquina sobre las personas ¿A quién beneficia? ¿Quién maneja mi barca, quién? que cantara Remedios Amaya.
Sin personas no hay máquinas, ni inteligencia artificial, no existirían ni tendrían sentido. Si en este planeta u otro cualquiera sólo quedasen las maquinas ¿se transmitiría el sentimiento o el placer de un amanecer?, ¿se imaginan al androide de turno construyendo un poema? Este único ejemplo sería suficiente, pero me pregunto: ¿El chatGPT escribiría estos libros? Elogio de la estupidez, de Erasmo de Rotterdam; nunca un robot tacharía a otro de estúpido, la ironía es un don de la inteligencia humana, dudo que la AI pueda ejecutar algo contrario a lo que se dice, eso es ironía. Elogio de la locura, de Erasmo de Rotterdam, donde se asocia lo material y el bienestar con la insensatez; una obra contra el mundo de los humanos, algo prohibido para un robot, según Asimov. Elogio de la debilidad, de Alexandre Jollien; el autor, un filósofo con parálisis cerebral, preconiza la necesidad de ser consciente de las propias debilidades; ¿un robot escribiría sobre su imperfección?, eso sólo lo hacen los humanos. Se puede citar el Elogio del imbécil, de Pino Aprile, quien se pregunta porqué hay tantos imbéciles en el mundo -atributo exclusivo humano-  que además son los que destacan. El derecho a la pereza, Paul Lafarge, una crítica al capitalismo. La utilidad de lo inútil, de Nuccio Ordine, en defensa de la cultura, del humanismo frente a esta sociedad utilitarista. 
El amor, las pasiones, la envidia, la curiosidad, los desafíos... ¿Qué interés puede tener una máquina en escalar el Everest o visitar las profundas fosas de las Marianas? Tal vez descubriría una nueva especie ¿y? ¿Se la comería, la catalogaría o simplemente la ignoraría? 
La IA, creada por el ser humano no puede errar, no puede tener vicios, imperfecciones, debilidades como las humanas, no se programa una máquina para que yerre. «Errare humanun est», esto es una prerrogativa, un privilegio exclusivo de nuestra especie. 
Una maquina o un robot no pueden fallar, eso seria una avería o una errónea programación. Los errores no pueden ser programados ya que son imprevisibles como el ser humano, y las máquinas son previsibles si no dejarían de ser maquinas. Para empezar cuidemos el lenguaje, artificial sí, pero ¿inteligencia?
El ser humano se puede suicidar, los robots nunca se auto aplicarían la obsolescencia programada. El gen suicida no está en las maquinas, pues teóricamente serían perfectas, el ser humano no es perfecto, y ahí radica su grandeza en su imperfección y en su libertad.
Si el ser humano desaparece se acaban todas esas percepciones que nunca tendrá una máquina, ya que no tiene mas meta que la programada ¿Porqué plantearse miedos? Pregunté hace tiempo a Ricardo de Querol algo parecido a: ¿Cuál es la diferencia entre esta IA  y los  humanos?: La magia –me contesto–. Recomiendo otra vez leer su libro: La gran fragmentación
No nos distraigamos. No temamos a las máquinas pero sí a sus dueños, esos ricos multimillonarios que se creen por encima de los Estados. Muchos ligados al mundo de las nuevas tecnologías y de la I.A. que nadan en la abundancia: Musk, Bezos, Zuckerberg, Gates, Ballmer, Page, Brin, Ellison, Scott... Somos nosotros mismos quienes los hacemos grandes al comprar sus máquinas, sus  productos, al usar sus dispositivos. Nos hacen creer que ahí reside la felicidad. Manejan la educación, y la economía, interfieren en las democracias, fomentan las brechas sociales y económicas. Ojo, porque como decía Unamuno: «mienten hasta cuando dicen la verdad».
Aprendamos  que «un guante no hace daño, pero sí la mano que está dentro de él».