Abel Veiga

Fragua histórica

Abel Veiga


Desolación y muerte

14/11/2023

Un mes ha transcurrido desde el atroz ataque de Hamás en suelo israelí. Aquella orgía de sangre, terror, fanatismo, muerte y destrucción ha abierto el abismo en Gaza, la sempiterna cárcel a cielo abierto con poco más de dos millones de palestinos hacinados entre muros y el fanatismo de Hamás. 
Hamás sabía lo que hacía. Pero quizá no había medido en toda su magnitud la respuesta del ejército y gobierno de Netanyahu. Sin tiempo para  la piedad y decididos esta vez sí y con el apoyo casi unánime de muchos gobiernos, a acabar con el movimiento islámico. Esta vez la comunidad internacional calla y se ha vuelto más cínica. Sus sociedades han salido a la calle pero de una forma sumamente moderada. El relato es el que es. Apesadumbrado de tanta muerte y desolación, todo se envuelve en una atmósfera plúmbea de terror y destrucción. Siendo ya 11.000 los muertos y decenas de miles los heridos solo en Gaza y dos centenares en Cisjordania, la guerra, -aunque el concepto es distinto esta vez dado que la acepción jurídica es la de dos ejércitos armados o estados, y aquí no se da el supuesto-, no se detendrá. Gaza, la franja, está destruida en gran parte.  No hay escuelas ni hospitales apenas que no hayan sido atacados. Ya sabemos la respuesta, son utilizados por Hamás. Cuatro mil trescientos niños ha  muerto. Asesinados por las bombas. Llamémosle a las cosas por su nombre. Desde el 11 S se ha rebautizado de terrorismo a muchas cosas. Incluso  estados.
¿Qué mundo construimos cuando mueren miles de niños?,  qué sociedad traumatizada les espera a los cientos de miles de palestinos niños atrapados en esta locura?
Nadie discute el derecho a defenderse y un paso más, ir más allá preventivamente para cortar de raíz el fanatismo y los atentados que sufre Israel, pero ¿hace o hacía falta destruir totalmente miles de edificios y hogares y asolar y devastar todo o casi todo y negar acceso a agua, comida, medicamentos en un castigo colectivo sin par? La proporcionalidad también existe y es humana y evitar aquellos daños colaterales que bautizó Estados Unidos en su represalia iraquí.
El futuro que espera a millones de palestinos no es halagüeño. Incomprensiblemente se le sigue privando de su derecho legítimo a ser un estado. Ahí están también causas de este hoy loco, sangriento y asesino escenario.
No le falta razón al secretario general de la Onu en lo que dice, que Gaza es un gran cementerio de niños. Pero es una voz aislada. La Unión europea ha perdido toda credibilidad y posición. 
Y ese odio sigue y seguirá inoculándose y más si Israel sigue con ocupaciones, asentamientos donde no pueden existir y si ahora se queda militarmente en la Franja. Rabin, asesinado ahora hace 28 años pir fanáticos ultraortodoxos tras la firma de Camp David II, pidió ayuda a la organización judía más importante de EEUU para el pueblo palestino dejándoles boquiabiertos. La sobrebvivencia y existencia de Palestina como estado y país era el mejor antídoto para acabar con el extremismo y el odio y garantizar la paz con su vecino. Algo que por aquel entonces otros países árabes que siempre han usado la causa palestina sin importarles el pueblo palestino, tampoco aceptaban. 
Lloramos por las 1400 víctimas israelíes pero también lo hacemos por los inocentes palestinos que han muerto y que no tienen futuro huyendo a ningún lugar.