Mariano de la Puente

Percepciones

Mariano de la Puente


Templanza

28/05/2023

Kilómetro cero y a empezar. Esta noche conoceremos los resultados electorales. Fin de la primera parte. Tenemos la sensación de que, como escribe san Lucas, «Entonces será el llanto y rechinar de dientes y serán arrojados fuera». La mitad de los candidatos no electos irán a ninguna parte, pues no hay sitio para todos y estresados por los resultados se verán invadidos por el bruxismo. Los dentistas felices porque ese apretar de dientes supone negocio. Los electores, da igual el signo, templanza, no incrementemos el negocio de los odontólogos.A partir de las semanas próximas, formados gobiernos autonómicos y municipales, se inicia la segunda vuelta, la gran batalla de las generales para el premio gordo: el Gobierno de la nación.
Volveremos al raca-raca y si largas han sido la precampaña y campaña de las elecciones recientes, ¿qué decir de la precampaña de las próximas? Mañana empieza.
Estemos muy atentos a la gobernanza durante los próximos meses, y si los objetivos y fines que propugnaron los políticos se están cumpliendo, y su eficacia. En función de ello ya veremos si premiamos o  castigamos a los candidatos de invierno.
Nos espera un «semestrium horribilis». Sin ánimo de ser agorero o alarmista recomendamos  templanza ante lo que se avecina. Intuimos que algunos pretenderán que perdamos la confianza en la democracia, estos son los propaladores de la mentira pura y dura. Luego están los adalides de lo que se ha dado en llamar la posverdad, bien retratados en nuestro idioma: demagogos por excelencia, «distorsionadores a sabiendas de la realidad, que manipulan las creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales».
De nuevo, templanza.
Seis meses de febril actividad política, doméstica y exterior. Aquí, en el suelo patrio, los que gobiernan aprovecharán la presidencia de Europa para propulsarse y los adversarios, por el contrario, criticarán poniendo en cuestión la nación y, por tanto, su sentido de estado.
No será una etapa fácil para los ciudadanos que, tal vez, nos veamos un tanto desamparados porque los gestores estarán, como escribo siempre, a lo suyo y no a lo nuestro. 
Veremos desacuerdos y crispación entre los nuevos mandatarios que en vez de quietud y sentido común irritarán a la población con sus actitudes. Los pactos y alianzas hoy negados surgirán como por ensalmo, y la dureza de ayer hoy será agua de borrajas. Templanza.
No me pararé ahora en los temas más próximos: paro, inflación y cesta de la compra, vivienda, sequía, corrupción, violencia contra la mujer, futuro de los jóvenes y no tan jóvenes. Habrá ruido de los colectivos que reivindicarán lo suyo aprovechando los seis meses de periodo preelectoral. Todo esto lo veremos en casa, así que es recomendable afilar las papeletas hoy y de cara al futuro. 
Lo que acontezca fuera también nos afectara. Habrá incidencias con los vecinos de la frontera sur, no sabemos qué plantearán, así que recordaremos declaraciones del presidente de la Cámara Alta de Marruecos reivindicando las ciudades ocupadas de Ceuta y Melilla, después criticado por la prensa oficial marroquí; o el incumplimiento del acuerdo, firmado por los dos países, sobre circulación de personas y mercancías que Marruecos no cumple: una de cal y otra de arena. Y ya veremos como acaba lo de las papeletas de Melilla.
¿Avanzará la guerra en Ucrania?, no sabemos hacia dónde, pero las grandes potencias, en sus disputas, pondrán en un brete al resto del mundo. Ya hemos visto las pretensiones del G-7 en Hiroshima. 
En definitiva, un semestre que marcara un tiempo fundamental. Y temor por la posible intromisión del exterior –casi segura pero no nos enteraremos– en el proceso electoral. 
Hoy debería ser un día para votar, estar tranquilos, y refugiarse en la lectura o cualquier otra actividad que ayude a sobrellevar esos momentos. Nada de irritarse: templanza.
Es el momento de volver a leer a Pino Aprile, su «elogio del imbécil». Capítulos que contienen frases magistrales, asertos incontestables que nos ayudarán a entender mejor nuestro entorno, como muestra un botón. Uniendo algunas de sus afirmaciones sobre las «leyes del fin de la inteligencia» leemos: La inteligencia actúa en beneficio de la estupidez y contribuye a su expansión, porque la imbecilidad solo puede aumentar. El imbécil sobrevive, el genio se extingue. Nada que añadir. 
Cuando conozcamos los resultados, corroboraremos que la estupidez carece de ideología, de lo contrario sería maldad y ese es un pecado mayor e imperdonable ante el que no debemos de ser condescendientes.
En el tránsito, y tras el descanso veraniego, si comprobamos que la maldad o imbecilidad aflora de manera evidente en el Gobierno habremos de echarles a la primera de cambio; y muy atentos también para no facilitar ese gobierno al aspirante si le adornan las mismas virtudes. Por todo ello, atención y templanza son buenas consejeras.
Cuidado con las acusaciones de deslegitimación, entrar en ese terreno es construir una argumentación que se volverá contra su autor antes o después. Las listas que hieren el alma volverán. El insulto como argumento no desaparecerá, ya que el ad hominen como estrategia es fruto de la víscera y de la pobreza intelectual. 
Las hemerotecas son testigos incomodos. Los medios que han apostado por según qué contendiente se encargarán, motu proprio, de recordar ¿Utilizarán el recurso de la memoria para alimentar la polémica?, seguro, pero no todo vale, antes hay que ponerse en el lugar del otro.Debemos cargar las armas de la dialéctica de munición razonable, que es la duradera, la otra, la de los sentimientos, es efímera. Hasta las elecciones generales veremos la ignominia, la falacia y la provocación constante. Los extremos serán los más proclives a esas acciones. Ante eso: más democracia y, no olviden, también templanza.